Nadie es profeta en su tierra, si lo sabrá Baltazar Garzón

(Por F.S.) No importa lo que suceda de acá en más. Es decir, si todo termina en la nada y vuelve a la causa con mayor fuerza, o si ocurre todo lo contrario, siendo encontrado de prevaricato.
El juez español Baltasar Garzón fue suspendido, e irá a juicio oral tras una denuncia de la ultraderecha de su país, en la que se lo acusa de haber prejuzgado en el marco de una causa en la que comenzó a investigar algunos (de los muchísimos) crímenes cometidos durante la dictadura de Francisco Franco en España.
“La noticia de la suspensión cautelar la recibió Garzón mientras interrogaba a uno de los imputados de la «operación Pretoria», una de las últimas llevada a cabo por el magistrado contra la corrupción política y urbanística. Faltaban unos diez minutos para la una y media de la tarde cuando recibió una llamada”, relataba esta mañana de sábado el diario ABC, de España.
Y repasaba la carrera del magistrado que se inició en 1998, en el mismo edificio del que este viernes salió, recibiendo multitudinarios abrazos, y con lágrimas en sus ojos:
“Tan solo media hora después de la llamada, Garzón salía de la Audiencia. Atrás quedaban momentos de gloria, como los de sus investigaciones contra el entorno político, mediático y empresarial de ETA, un éxito que todos le han reconocido; otros de polémica, como la investigación de los GAL tras su breve salto a la política de la mano de Felipe González y que le valieron las críticas encarnecidas del PSOE de entonces y los elogios del PP, o el más reciente «caso Gürtel», que le ha costado una imputación penal; y otros de atrevimiento, como la orden de detención del dictador chileno Augusto Pinochet. Y atrás quedan también los asuntos que deja abiertos en el Juzgado, como el «caso Faisán», en el que se investiga una supuesta filtración policial a ETA”.

Los argentinos lo conocimos porque se animó a investigar “Los vuelos de la muerte”, mediante los cuales la última dictadura militar arrojaba, drogados pero con vida, a sus presos políticos al mar, y en ese marco, además, Garzón juzgó al ex marino Adolfo Scilingo.
En Argentina recibió distinciones, como el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Quilmes, donde pude entrevistarlo, e incluso hablar con él informalmente.
La figura, y en especial el nombre de Baltasar Garzón no eran indiferentes en casi ningún lugar del mundo occidental, y menos en América Latina. Y es difícil creer que tantos millones de personas pudieran estar equivocadas en su impresión sobre el desempeño del juez español.

Sin embargo, cuando le tocó investigar los crímenes de la dictadura de Francisco Franco en su propio país, que habían sido “olvidados por decreto”, mediante una ley de amnistía, se dio cuenta de que, como dice la frase, nadie es profeta en su tierra.
Así que ahora. O, de ahora en más, ya nada va a ser igual. Pase lo que pase con respecto a su situación, a la causa en marcha, o al juicio oral en su contra. Con el episodio de este viernes 14 de mayo quedó demostrado que no todo es materia de investigación, y que ciertos costados del pasado no pueden desenterrarse.
Tiempo atrás, y en el marco de estas instancias previas a lo ocurrido el viernes, circulaba por la web un correo electrónico que habían lanzado al ruedo familiares de víctimas del franquismo, que no saben, décadas y décadas después, donde están los restos de sus seres queridos, fusilados, asesinados y desvanecidos de la faz de la tierra por la mano siniestra de la dictadura española.
Una dictadura que, vale recordar, fue aliada del régimen nazi de Adolfo Hitler, y del fascismo italiano de Benito Mussolini, y que fue responsable de miles y miles de muertes, no sólo durante los tres años de la Guerra Civil Española, sino aún después, durante las cuatro décadas de gobierno con mano de hierro.
Todo ese pasado no puede borrarlo una ley de amnistía, aunque a la dirigencia política de todos los sectores (por qué en eso, siempre hay rápidos acuerdos), le parezca que sí.

Fuente ABC, España (www.abc.es)