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miércoles, 4 de febrero de 2015

Una heroína india para luchar contra la violencia de género


Por Luciana Rodriguez Sacco. - Priya’s Shakti es un comic indio lanzado a fines de 2014, como homenaje a la joven Jyoti Singh Pandey, quien fue violada por seis hombres en un colectivo y murió tres días después. A través de su historia, esta heroína poco convencional busca romper con las estructuras patriarcales y concientizar a una sociedad donde una mujer es violada cada 15 minutos.




Ninguna chica decente camina sola por la noche”, le dijo un policía al director de cine indio, Ram Devineni, durante una multitudinaria protesta en Nueva Delhi, a fines del 2012. El brutal ataque a una joven de 23 años en un colectivo, quien había sido golpeada y violada por seis hombres, había conmocionado a la sociedad india que se había lanzado a las calles para exigir justicia por una situación que en el país se repite cada 15 minutos.

La respuesta del policía indignó a Devineni, quien comprendió que en la India las víctimas son victimarios y viceversa, y que esa opinión no hacía más que expresar lo que gran parte de la población piensa respecto al tema: que la chica es culpable, que se lo merecía o, que al menos, lo había provocado. Fue así que, casi dos años después, decidió realizar un comic para concientizar sobre la situación que viven las mujeres y niñas en su país, donde  los abusos están a la orden del día. De esta manera nació Priya’s Shakti (La fuerza de Priya).

Priya es una joven que es atacada sexualmente por un grupo de hombres, vecinos de su aldea,  y como consecuencia de aquello es rechazada por su familia por haberla “deshonrado”. Ante este situación, sola  y vulnerada, huye al bosque y comienza a rezarle a la diosa Parvati, la que se encarna en su cuerpo y mente y la bendice con el poder de no tener miedo y de cambiar la forma de pensar de las personas. Empoderada, Priya, no solo castigará a sus agresores, sino que llevará un mensaje de concientización al resto de los pobladores, sobre la igualdad entre hombres y mujeres y la urgente necesidad del respeto hacia las segundas.

Esta heroína, bastante atípica – el color de su piel es oscuro, lo que representa las castas más bajas de la India, por ende los sectores más vulnerados-  visibiliza la realidad de las 93 mujeres que cada día son violadas en el país hindú. Por eso, con Shakit como compañero, un tigre en cuyos ojos se refleja el universo, la joven terminará transformándose en la vocera y protectora de las vapuleadas mujeres indias. Incluso, la propia familia que la había expulsado de su hogar, se sumará a su causa y comenzará a recorrer otras aldeas difundiendo su mensaje; el mismo que Devineni quiere extender a toda la sociedad.

Así, Priya, responde y combate los estereotipos sobre víctima y victimario, como así también encarna una lucha para poner un freno a la violencia machista. El comic, que ya se transformó en viral en su país – puede descargarse gratis en http://www.priyashakti.com/ -  busca desafiar la visión patriarcal y generar un cambio cultural, rescatando la voz de las mujeres y la tradición hindú con su base matriarcal, desplazadas por las representaciones modernas de esta cultura.  

Pocos años antes, en 2006 en la región de Uttar Pradesh, una de las más pobres de la India, un grupo de mujeres pertenecientes a una de las castas más bajas (dalits) crearon Gulabi Gang, una organización donde aprenden a defenderse utilizando un palo largo de bambú llamado “lathis”. Es que en medio de una cultura donde para las mujeres rige el analfabetismo, los matrimonios forzados, la violencia sexual y las quemaduras con ácido, ellas empiezan a organizarse.

Jyoti Singh Pandey, una realidad que se repite cada día

“Ok, está muerto”, dijo uno de los atacantes después de golpear a Awindra Pandey con una barra de hierro, la misma que usarían para desgarrar los intestinos de su compañera, Jyoti Singh Pandey de 23 años. No habían pasado ni cinco minutos desde que se habían subido al autobús, cuando  un grupo de seis hombres, incluido quien conducía el vehículo, empezaron a insultarlos y golpearlos. Awindra intentó resistirse y luchó contra tres de ellos, pero finalmente quedó desmayado en el piso del colectivo.

El conductor trabó las puertas y apagó las luces. Cinco de ellos tomaron a Jyoti y la llevaron a la parte de atrás del autobús, donde le quitaron su ropa y sus pertenencias, para luego comenzar a violarla por turnos; como si fuera poco la golpearon con la barra de metal y la mordieron en todo el cuerpo. Eran poco más de las 20:30 cuando los jóvenes se subieron al colectivo, después de pasar una tarde en el cine.


“Ayuda, ayuda”, gritaba Jyoti, mientras los seis hombres la violaban durante una hora, turnándose para conducir el omnibús, así el chofer también podía abusar de ella. Finalmente, la arrojaron del vehículo en movimiento junto a Awindra; ambos completamente desnudos y malheridos. Diez días después, Jyoti fallecía en el hospital producto de las lesiones. Su historia conmocionó a la sociedad y generó una oleada de indignación a nivel mundial, convirtiéndose en un símbolo de uno de los problemas más graves que vive la India.
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miércoles, 21 de enero de 2015

Un 11 de septiembre a la francesa

Por Luciana Rodriguez Sacco. - El ataque en la redacción del semanario parisino conmocionó al mundo. Mientras todas las miradas se posaban sobre Francia, 19 personas murieron en Nigeria, los 43 estudiantes mexicanos continúan desaparecidos y las bombas israelitas siguieron cayendo sobre Palestina.  Fuera de todo análisis simplista ¿Quiénes están detrás y qué intereses se disputan en este ataque en el corazón de Europa?





Los disparos hicieron temblar la tierra. Dos hombres encapuchados gatillaron sus fusiles durante cinco minutos dentro de la redacción del semanario satírico francés Charlie Hebdo y ese tiempo fue más que suficiente para cometer una masacre. “Allahu akbar" (Alá es el más grande) gritaron mientras las balas impactaban en los cuerpos de los periodistas y dibujantes;  Y de esta manera, el miércoles 7 de enero,  la tierra francesa se llenó de sangre en un hecho más que repudiable.

Paradójicamente la revista, fundada en 1969, en su caricatura semanal se preguntaba: ¿Todavía no hubo atentados en Francia? En el dibujo, un presunto islamista armado decía: "Espere. Aún tenemos hasta fin de enero para decir feliz año". Finalmente, el ataque llegó y arremetió con la vida de 12 personas.  Lógicamente, nadie tiene derecho a matar a otro, esto está por fuera de toda ética y moral humana y es repudiable en su totalidad,  pero ese no es el punto de discusión. Lo que sí llama la atención es cómo se está utilizando este atentado para generar terror; un terror que se expanda y garantice la matanza de los malos del mundo: los musulmanes.

Ahora bien, ¿podrá este atentado fomentar los sentimientos racistas y xenófobos hacia la comunidad islámica? Lo que más se teme en Francia, es que el Frente Nacional de Marine Le Pen, partido político de extrema derecha, utilice a su favor el rencor por lo sucedido y supere su techo electoral en los próximos comicios. Sería totalmente esperable que quien comparó la ocupación ilegal de los musulmanes en el territorio nacional para rezar, con la ocupación de Francia por la Alemania Nazi, enarbole la bandera del antiislamismo y obtenga un rédito político de esto. Es que históricamente el autoritarismo y el desprecio a los musulmanes se han llevado de maravillas.

Casualidad o no, el día anterior al ataque, el escritor Éric Zemmour había presentado en Bruselas su último libro titulado “El suicidio francés”, donde narra los fracasos de la República Francesa en su política de integración de los musulmanes y observa que Francia se encamina a un modelo multiculturalista, donde los ciudadanos islámicos emigrados no absorben los hábitos y criterios de convivencia de la población local. El autor establece que en la inmigración se están diluyendo los rasgos de la sociedad republicana y propone modelos autoritarios para resolver esta situación. Esto no dista mucho de la realidad francesa, donde la islamofobia se extiende a lo largo y lo ancho de la región, pese a que allí habitan alrededor de seis millones de musulmanes, lo que convierte  al Islam es la segunda religión del país, después del catolicismo.

La olla a presión se destapó en Francia, algo que se venía caldeando desde finales de 2005, cuando en los diferentes suburbios  las revueltas de los hijos de inmigrantes magrebíes coparon las calles.  El asesinato de dos jóvenes musulmanes de origen africano en manos de la policía, dio inicio al conflicto que se recrudeció con las declaraciones del ministro de Interior Nicolas Sarkozy, quien llamó a los manifestantes iniciales “escoria”. Ahora, la muerte de 12 personas, se convierte en el combustible capaz de encender la mecha del racismo y la xenofobia generalizada contra la comunidad islámica; es que el ataque tuvo dos blancos: los periodistas asesinados y los musulmanes que viven en occidente.

Operación falsa bandera

El esquema se repite. Al igual que en el atentado a los Torres Gemelas, ocurrido el 11 de septiembre de 2011, la policía francesa encontró el documento de  identidad de Said Kouachi, uno de los acusados de atacar el semanario parisino, muy cerca de la sede de Charlie Hebdo en la misma escena del tiroteo, más precisamente en el auto utilizado en el ataque. Koauchi había sido igual de “descuidado” que quienes teóricamente cometieron el ataque en el World Trade Center, cuyos pasaportes aparecieron en perfecto estado junto a las ruinas de los edificios.

Said Kouachi jamás podrá dar su versión de los hechos, junto a su hermano, Chérif, también acusado del ataque, fueron asesinados antes de llegar a un tribunal. En un megamontaje televisivo los supuestos terroristas fueron depuestos por las fuerzas policiales a menos de un día del atentado.  Algo parecido a lo sucedido en Londres durante el 2005, después del ataque ocurrido en el subte,  cuando la policía británica mató de siete disparos al electricista brasileño Jean-Charles Menezes, al “confundirlo” con un sospechoso terrorista. Tiempo después se comprobaría que Menezes nada tenía que ver con lo ocurrido, pero  para ese entonces Menezes ya estaba muerto.

Casualidad o no, los hermanos Koauchi eran hijos de inmigrantes argelinos y Argelia es una de las heridas abiertas de la clase política francesa. La guerra de independencia de aquel país, que hasta 1962 se encontraba bajo dominio francés,  duró seis años y acabó con la vida de un millón y medio de musulmanes árabes y de muchos miles de hombres y mujeres franceses.  La relación franco-argelina quedó tensa desde aquel entonces, lo que profundizó las rivalidades entre franceses y musulmanes y dejó una herida a flor de piel dispuesta a salir en cualquier momento, acentuando el perfil racial contra árabes y africanos.

Además de esto, varias cosas no cuadran para afirmar que fue un atentado realizado por musulmanes. Como explica el periodista francés Thierry Meyssan: “(…) los miembros o simpatizantes de grupos como la Hermandad Musulmana, al-Qaeda o el Emirato Islámico no se habrían limitado a matar dibujantes ateos. Habrían comenzado por destruir los archivos de la publicación en presencia de las víctimas, como lo han hecho en la totalidad de las acciones que perpetran en el Magreb y el Levante. Para los yihadistas, lo primero es destruir los objetos que –según ellos– ofenden a Dios, antes de castigar a los enemigos de Dios”, algo que no sucedió en el semanario. 

Como si fuera poco, tampoco coincide el tipo de vestimenta usada por los atacantes, más vinculada a un comando militar que a un ataque islámico y además puede observarse que quienes disparaban sabían hacerlo y lo hacían solo cuando lo creían necesario, algo que dista mucho de un ataque arrebatado. Finalmente, para coronar una historia digna de un guión de Hollywood, en la madrugada del jueves y en condiciones bastante extrañas, se suicidó  Helric Fredou, el comisario subdirector de la Policía judicial de Limoges que trabajaba en el caso.

De esta manera y a través de esta operación,  con los supuestos terroristas muertos, como así también el responsable de la investigación, los Estados Unidos  se abren camino y logran sembrar el terror en Francia, reforzando el odio hacia los musulmanes y su esfera de influencia dentro de Europa. Otro de los victoriosos resulta Israel, quien había decidido darle la espalda a Francia después de que esta vote favorablemente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) a favor del proyecto de la resolución pro-Palestina, que buscaba acabar con la ocupación israelí antes de finales de 2017. Incluso más de una teoría vincula al Mossad como el autor del ataque en venganza ante la actitud francesa.

Pelea de perros

La técnica no es nueva y proviene, como  era de suponerse, del país del norte, con apoyo estelar del MOSSAD, la CIA y la OTAN, quienes desde el desmembramiento de Yugoslavia, entre 1991 y 2003,  han llevado adelante la estrategia conocida como “pelea de perros”. Esto no es otra cosa que enfrentar a los a los mismos habitantes del país en una feroz batalla cuerpo a cuerpo, para luego bombardearlo, destruirlo y lógicamente, obtener un beneficio.  Probado anteriormente en Libia e Irak, con el objetivo de alzarse con el oro negro, algo que los vampiros del planeta codician sedientamente, ahora resulta efectivo en el corazón de la mismísima Europa.

La batalla contra el “terrorismo” que viene llevando Francia, bajo las directrices de Estados Unidos, se inició con Nicolás Sarkozy y se fortaleció con François Hollande. De hecho, el pasado 19 de septiembre, Francia bombardeó Irak  y mató a decenas de yihadistas. De esta manera, el país se convirtió en el primero en sumarse a la campaña de ataques aéreos contra el Estado Islámico solicitada por Bagdad e iniciada en agosto de 2014 por Estados Unidos. El objetivo: detener el avance de los islamistas, que controlan extensas zonas en territorio iraquí y en la vecina Siria. Los resultados: miles de personas muertas, la mayoría población civil y  entre ellos niños.

Esta intervención militar no fue gratuita para Francia,  donde la agrupación Estado Islámico  llamó a matar franceses en cualquier rincón del mundo. Pero la escalada de violencia siguió creciendo y como si fuera poco, Francia comenzó a liderar en África la lucha contra el “terrorismo” con tres mil militares desplegados en cinco países del Sahel y el Sahara.  Sangre y balas sobre la población civil africana fue el esquema que se repitió como una constante.

Ahora, como consecuencia de un supuesto atentado realizado por fanáticos islámicos toda la comunidad musulmana corre el riesgo de ser catalogada como terrorista; es que históricamente su religión ha estado asociada al fanatismo, como si no los hubiera en los otros cultos, como si no supiéramos el daño que los extremistas católicos han causado en la humanidad. 

La solidaridad internacional llegó pronto, el presidente de México, Enrique Peña Nieto, amigo incondicional de los Estados Unidos,  fue uno de los primeros en manifestarse a través de su cuenta de Twitter, donde publicó: “México condena el atentado contra el  Semanario Charlie Hebdo y expresa sus condolencias a la sociedad y al Gobierno de Francia”. Quizás Peña Nieto no sabe que en 2014, México fue el sexto país con más periodistas asesinados y que todavía los 43 normalistas continúan desaparecidos. 

Publicado en el N° 3 de Isondú. Enero de 2015
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lunes, 19 de enero de 2015

La identidad trans como derecho


Por Luciana Rodriguez Sacco. - “Perdón por tantos años de olvido”, le susurró al oído Cristina Fernández de Kirchner a Kalym Soria, el primer varón transexual que recibió de sus manos el DNI con su nueva identidad de género, la que había autopercibido desde que tenía 4 años. Era el 2 de junio de 2012, y a menos de un mes de sancionada la Ley de Identidad de Género, Kalym obtenía lo que había estado esperando desde hacía 43 años. Claudia, el nombre con el que lo habían llamado sus padres, desaparecía para siempre y el Estado nacional reconocía los derechos de un colectivo invisibilizado a lo largo de la  historia.


Hoy Kalym preside RITTA (Red Intersex, Transgénero y Transexuales Argentinos) donde cada miércoles, en un edificio del barrio porteño de Once, recibe a niños, jóvenes y algunos adultos que empiezan a  transitar este camino que Kalym ya ha transitado y sabe, mejor que nadie,  que no es nada fácil. Aunque hoy el contexto es otro,  porque tenemos una Ley de Identidad de Género que da un marco legal a este colectivo el estigma social sigue presente, porque como él mismo explica “para llegar de lo legal a lo real tenemos un camino muy profundo y falta mucho”.

En este mismo edificio fue donde Kalym, en el invierno pasado, recibió a “Facha”, quien con solo 10 años logró cambiar su identidad de género, convirtiéndose en  el segundo menor de 18 años en lograr esto en nuestro país, después de Lulú. Kalym recuerda entre risas como fue aquel primer encuentro con él y su mamá Bárbara, donde le fue presentando uno a uno los integrantes del grupo. Al rato y luego de saludar a unos cuantos, Facha le dijo por lo bajo: ´yo pensé que era el único´. Allí descubrió que no lo era.

Kalym se siente orgulloso de la mamá de Facha y cada vez que la ve no deja de felicitarla y agradecerle por su valor y compañía. Su historia no fue igual, sino más bien parecida a la de la mayoría de las personas trans: a los 18 años lo echaron de su casa, cuando blanqueó que se había enamorado de una compañera de la iglesia evangélica, de la cual era un miembro activo. En ese momento no le quedó otra opción que salir a limpiar casas, pero en su tiempo libre corría a calle Corrientes a leer los libros que abundan en aquellas cuadras, para así seguir estudiando. El colegio técnico al que iba tampoco fue una opción, pese a que le quedaban cuatro meses para recibirse de técnico químico decidió abandonarlo. Kalym se negaba a ponerse un vestido largo el día de la graduación.  

Es así que él cuenta que se formó como autodidacta y las escapadas a calle Corrientes le dieron de comer durante 20 años, donde se dedicó a dictar clases particulares de física, química y matemática. Todos los días se levantaba temprano, pegaba volantes puerta por puerta en la capital y luego lo llamaban. Él sabía que cuando el teléfono sonara  iba a vender bien su producto, pero que cuando fuera a las casas la respuesta no sería la misma. “En ese momento sin ningún proceso de hormonación era una cosa rara, que se vestía con ropa masculina, entonces no caía muy bien, porque ser trans no cae muy bien”, explica. De lo que sí estaba seguro era  que cuando se sentara a dar clases iba a hacer magia. Sabía que con eso podía sobrevivir y lo hizo. De hecho su familia también, porque Kalym está en pareja con Soledad hace 23 años años, quien en ese entonces tenía un bebé biológico de nueve meses a quien Kalym crió como propio. Ahora, el 18 de diciembre van a casarse y él será su testigo.

Pero a Kalym le costó dejar de ser esa profesora que iba casa por casa a dar clases y “cuando llegó el tema de salir del closet, fue complejo pero bueno y al mismo tiempo mágico”, sentencia. Por fin había podido sacar al hombre interior y animarse a ser él. Lógicamente,  esto no hubiera podido suceder en otras épocas sin un Estado que acompañara este proceso, “por eso lloré tanto, hoy miro el video y digo: ´ ¡Cómo lloré!´ . Fue un cambio total”, recuerda sobre aquel 2 de junio, el día en que fue plenamente él.

El día que Cristina entregó los DNIs vos eras el único varón trans entre un grupo de mujeres transexuales ¿Considerás que para alguien que nació mujer es más complejo asumir su transexualidad que para alguien que nació hombre?

Kalym SoriaCreo que tienen que ver con esta cuestión heteronormativa y machista que existe en nuestra sociedad; la sociedad argentina es muy machista. Tradicionalmente la nena se queda en la casa hasta que se casa. Muchos varones trans, aún hoy, se mantienen en sus casas en silencio. Pero qué pasa, casi compartiendo con las mujeres estos silencios oscuros porque esas mujeres que se quedan en su casa tampoco la pasan bien. Hoy se vive más, pero también somos conscientes de que la mujer no está al igual que el hombre. Entonces esa misma lucha la tienen los varones trans, que tampoco pueden contar lo que les pasa.
No es lo que más se ve en la sociedad y creo que tiene que ver con eso, con esa presión que se ejerce aún desde el hogar: tradicionalmente la mujer no puede hacer muchas cosas, tiene que quedarse en la casa. El varón trans siguió ese camino.
El caso de la mujer trans es diferente, pero yo creo que es una cuestión expulsiva. A los 13 años cuando la mujer trans se puso su primera minifalda y se calzó sus primeros tacos, le dieron una patada  que la sacaron a la calle.  En cambio, en esa área, el varón trans se queda en silencio, eso te sume en la oscuridad, que eso son otras historias, otras situaciones conflictivas con  el no decir, el no hablar, el no mostrarte que también te vulnera; pero nos camuflamos y caminamos en la sociedad.

Una de las primeras cosas que me dijiste es que te autopercibiste como hombre cuando tenías 4 años ¿Cómo fue ese proceso?

Kalym SoriaLa explicación casi que la tenemos todos. Vos tenés la perfecta seguridad de que sos tal persona, en el caso de las personas trans también tenemos la perfecta seguridad de quiénes somos. Cuando yo era chico me miraba al espejo y en el fondo esperaba cuándo iba a generarse el cambio, que nunca llegaba. Es muy importante diferenciar que cuando hablamos de sexualidad estamos hablando de lo que está entre las piernas y que cuando hablamos de identidad de género hacemos referencia a  lo que está entre las orejas. Las personas trans tenemos una genitalidad que no está acorde con lo que está en la cabeza.  Yo no adhiero a la frase ´nací en el cuerpo equivocado´, yo no nací en un cuerpo equivocado, digo que simplemente nacimos.
Nadie explica a ciencia cierta porque alguien escribe con la diestra o con la zurda,  pero lo que es cierto es que  hay quienes escriben con la diestra y quienes con la zurda. ¿No será que simplemente las personas trans existimos? Foucault habla del control de los cuerpos, la sexualidad es poder, pero desde los griegos se viene hablando de homosexualidad.  Los Berdaches eran personas que habían nacido hombres pero que se vestían de mujer. Esto existió siempre, pero no había un Estado propicio para reconocer, que así como hay personas diestras y otras zurdas,  también existen personas trans.
Creo que ese es el debate que la sociedad tiene que tener, porque si bien tenemos una ley de máxima, cuántos espacios tienen personas trans trabajando.  Evidentemente, como dice Eugenio Zaffaroni la norma surge donde hay una necesidad, pero que surja esa norma no significa que esté todo solucionado. Al contrario ahí es donde comienza todo. Está la Ley de Identidad de Género, ahora para llegar de lo legal a lo real tenemos un camino muy profundo y falta mucho.

¿Cómo  crees que hay que ir allanando ese camino?

Kalym SoriaAtacando todos los flancos, generando debate. El debate tienen que continuar, la Ley de Matrimonio  Igualitario sí fue un punto de inflexión en la sociedad, partió a la sociedad en dos, porque en la diaria  la familia se juntaba y decía: ´¿Viste la ley de estos putos que ahora se quieren casar?´; en cambio en la Ley de Identidad de Género, el hombre y la mujer común dijeron: ´Otra ley más para estos putos´, pero no hubo tanto debate en la sociedad. Fue bueno, porque ahora es una herramienta genuina pero hay que generar más debate, a través de los medios de comunicación, hay que informar más. No hay que burlarse tanto de aquel que hace reír por ser trava, sino informar más. 
Tienen que visibilizarse más personas que  puedan darle debate a la sociedad y contarle de qué se trata.

Un tema muy polémico en las últimas semanas ha sido el proyecto de la diputada del Frente para la Victoria, María Rachid, sobre la posibilidad de otorgar un subsidio a la población trans. En tu opinión ¿Subsidio sí o no?

Kalym SoriaYo creo que el Estado se tiene que hacer cargo de lo que le corresponde, pero también sé que tristemente una generación  de personas trans no van a poder ver ese cambio. La persona trans fue vulnerada, no tuvo las mismas herramientas que el resto. A los 13 años si a una chica trans la echaron a la calle, la echaron de la institución donde estudiaba, ya no tuvo su casa ni la escuela, lo  que te queda es la calle y la calle es compleja. Entonces la herramienta más fácil es la prostitución, la herramienta más fácil para construirte es ponerte en tu cuerpo todo tipo de aceite. Recuerdo una chica que fue en bicicleta a ponerse el aceite y cuando llegó a su casa tenía la cola con la forma del asiento de la bicicleta, así que con cucharas y botellas calientes tuvo que ir aflojando eso.  Tengo compañeras adentro de la cooperativa que el aceite lo  tenían en las mamas y hoy lo tienen en los tobillos. Ese aceite que se desparrama por el cuerpo  se va encapsulando, son pelotas que se forman y nadie quiere operarlo y sacarlo. No hay un sistema médico que lo avale.
De hecho, antes de la Ley de Identidad de Género en el país estaba prohibido y era penado todo cambio de sexo, entonces los médicos pasaron muchos años sin meterse en eso. Sí está el caso de Fidalgo, que en el 97 a través de un amparo operó a Juana la primera mujer trans. Yo mismo me operé con él después, con la ley. Lo cierto es que una chica trans va a un hospital a ponerse prótesis y esto no está contemplado  todavía;  de lo legal a lo real hay un camino gigante.Esto sin considerar que muchas tomaban varias dosis de hormonas para acelerar el proceso, la cantidad de compañeras trans que están hechas fruta por el HIV.
Volviendo a las personas trans grandes, aunque es cierto que el Estado tienen que garantizar lugares de trabajo, considero que para las más vulneradas y heridas está bien que haya una reparación. Para esas compañeras está bien.

Con Soledad, tu pareja, tienen un hijo. Muchas veces el argumento que se usa para familias diversas, es que al niño puede afectarle en su desarrollo esto de tener dos mamás, dos papás, algún integrante trans ¿Qué pensás al respecto?

Kalym SoriaUna vez cuando mi hijo tenía 17 años, estábamos los tres abrazados, y nos dijo: ´Yo creo que no es una cuestión de genitales  yo creo que es una cuestión de amor´.
Nos salió mal, nos salió heterosexual, ¿Podés creer? (ironiza) La sociedad está convencida de que las familias diversas nos levantamos cada mañana le ponemos una pluma en el culo a los hijos y los sacamos a marchar. Tiene 25 años, le fascina jugar a la computadora, su habitación es una mugre, tiene su novia que es el amor de su vida. Es un chico más. Las  familias de la diversidad somos familias comunes, que nos pasan las mismas cosas.
Lo que sí es cierto es que  nuestros hijos no tuvieron los mismos derechos. A la sociedad todavía le cuesta. Somos personas con los mismos inconvenientes, pasamos las épocas históricas: el 2001, Menem. La sociedad es prejuiciosa y creo que mucho tienen que ver las tradiciones, la teología y la presión eclesiástica sobre lo que está bien y lo que está mal hacer

Ya que nombrás a la Iglesia, hasta hace poco en el Vaticano se estuvieron discutiendo temas como el divorcio, el Matrimonio Igualitario, algo que hace unos años era impensable ¿Creés que la iglesia podrá cambiar su cosmovisión?

Kalym SoriaLa física me dice que sí, que todo está en continuo movimiento. Yo creo que sí, no sé si en esta época y si lo voy a ver yo.
Yo soy evangélico, cuando me echaron de mi casa me estaban preparando con un grupo para ir a misionar a Marruecos y España, o sea que era bastante comprometido.  Entrar a la Universidad  de Madres de Plaza de Mayo me hizo ver otra parte de la historia que uno no conoce, que el púlpito es el mejor lugar para sojuzgar y poner pesadas cargas en el otro.
 Por qué si hay tanto amor de Dios, y yo creo en Dios, hay tanta gente que tienen que estar pasándola mal. Tu hermano la pasa mal y el cura con su sotana o el pastor se ponen desde su lugar a dar clases de cómo tienen que ser las cosas, para ponerle pesadas cargas a la gente. Yo creo que el púlpito es un pretexto, y sí se utilizan  muchos textos bíblicos para sojuzgar a mucha gente.

Hablemos un poco de la televisión, personajes como Florencia de la V. o Lizy Tagliani forman parte de su colectivo ¿Considerás que contribuyen a la toma de conciencia por parte de la sociedad o que simplemente su condición se toma desde el lado de la burla?

Kalym SoriaYo no voy a vivir de los medios, pero va a haber quien sí, yo creo que es un trabajo más.  Cuando te dan un trabajo hay un rol que cumplir, no soy quien para criticarlas si consiguen una moneda por eso, prefiero que estén ahí y no en la calle. A mí me parece que quien es el culpable no es cada actor, sino el medio, hay que cambiar las cabezas en general.
Yo no sé si se pusieran en activistas y quisieran en todo momento hablar de activismo no les quitarían el trabajo. Eso me queda a mí, yo soy  activista. No me gusta criticar, me parece que es un trabajo y que cada uno hace lo que puede.

Finalmente, ¿Qué le dirías a alguien que está descubriéndose a sí mismo y está empezando a transitar este camino para ser quien realmente es?

Kalym SoriaQue se anime, que su vida no tiene que ser de nadie, que tiene derechos, que es digno/a. Que  le digan a su niño interior: ´No te preocupes, ahora te cuido yo´. Que hay herramientas, que se contacten, que no se queden en la oscuridad, que no vale la pena, que hagan uso de su derecho.


 Publicado en Isondú diciembre.

      
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jueves, 15 de enero de 2015

Nuevo rumbo en la Iglesia Católica: se abren los archivos secretos del Vaticano


Por Luciana Rodríguez Sacco. - Así lo propuso el papa Francisco, para contribuir en la búsqueda de datos de personas secuestradas, torturadas y desaparecidas durante la última dictadura militar argentina. En junio pasado, los documentos presentados en el juicio por el asesinato de Monseñor Angelelli sentaron un precedente. Una reforma legal inédita que pone de manifiesto una nueva posición del catolicismo en la historia del país.

Cuenten conmigo, estoy a su disposición”, le había dicho el Papa Francisco a la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, en una audiencia pública en abril de 2013 cuando esta le solicitó la apertura de los archivos eclesiásticos por casos de desaparecidos en la última dictadura cívico – militar argentina. Hacía poco más de un mes que la fumata blanca saliendo de la chimenea del Vaticano confirmaba que Jorge Mario Bergoglio, un jesuita de 76 años, se había convertido en el Papa número 266 en ser llamado Francisco I y en el primer pontífice en la historia de nacionalidad argentina.
Batalladora incansable, Carlotto, pidió colaboración y el Sumo Pontífice cumplió su palabra, haciéndose carne de una reforma legal inédita: por primera vez en la historia de la Iglesia Católica los archivos secretos de la Santa Sede saldrían a la luz después de casi 40 años, para contribuir en la búsqueda de datos de personas desaparecidas durante la dictadura militar de 1976 a 1983.  A partir de ahora, con una solicitud judicial de Argentina sería posible ingresar a los archivos privados del Vaticano para obtener información sobre algún caso preciso, en lo que hace a desaparecidos, personas asesinadas y al secuestro y robo de bebés durante la última dictadura militar argentina. 
Esta decisión, tomada por Francisco en los primeros días de noviembre de este año cuenta con un antecedente en el mes de junio, que fue el aporte de dos documentos relacionados con el asesinato del obispo de La Rioja, Monseñor Enrique Angelelli, en 1976. La versión oficial durante aquellos años afirmaba que el obispo había fallecido en un accidente de tránsito, tiempo después se comprobaría que el accidente había sido provocado. Por esto  la carta y el informe enviados por el pontífice, que fueron escritos por el mismo Angelelli, resultaron claves a la hora de condenar a cadena perpetua a los represores Luciano Menéndez y Luis Estrella autores intelectuales del crimen.
Pero la relación de Bergoglio y la dictadura militar argentina ha sido un tema punzante.  Poco después de su  elección como papa surgieron informaciones que  lo vinculaban como colaborador de la cúpula militar de aquellos años, cuando se desempeñaba como superior provincial de los jesuitas en la Argentina. Puntualmente en relación al caso de dos curas que formaban parte de su congregación “Compañía de Jesús” y que fueron secuestrados y torturados en 1976: Francisco Jalics y Orlando Yorio. Ambos jesuitas realizaban sus labores en un barrio del sur de Buenos Aires cuando fueron recluidos en la Escuela de Mecánica de la Armada, donde permanecieron detenidos cinco meses, para luego aparecer semidesnudos y drogados en un campo de las afueras de la capital del país.
Pero Jalics, rápidamente desmintió estas versiones y aseguró que el papa Francisco no lo denunció ante la junta militar, ni a él ni a Yorio quien falleció en el año 2000. “Estos son los hechos: Orlando Yorio y yo no fuimos denunciados por Bergoglio”, afirmó en un comunicado publicado en la página web de los jesuitas en Alemania. De esta manera la versión que vinculaba a Francisco I con crímenes de lesa humanidad quedaba sin sustento. Incluso la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, quien se reunió con el Papa y su nieto recuperado Ignacio Guido Hurbain a inicios de noviembre,   también se disculpó con el pontífice por  haberlo vinculado con la dictadura.
Es así que en el período Francisco, la iglesia ha ido modificando su actuación con respecto a la última dictadura militar, que contó con el apoyo, la complicidad y la colaboración de la mayoría de la cúpula eclesiástica. Prueba de esto es el spot que está siendo difundido en los canales de televisión argentinos, donde el Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, José María Arancedo, aparece entre dos abuelas de Plaza de Mayo, la presidenta Estela de Carlotto y la vice presidenta Rosa Roisinblit. Desde allí llama a los ciudadanos, principalmente a los católicos, a informar a las autoridades todo lo que sepan  sobre niños robados y lugares de sepultura clandestina durante aquellos años.  Bajo el título “La Fe mueve hacia la verdad”, el spot  y las decisiones de Francisco marcan una nueva posición del catolicismo en la historia del país.

Silencio en las iglesias: la carta de Enrique Angelelli
La carta llegó al Vaticano, allí Monseñor Enrique Angelelli contaba la situación argentina en plena dictadura militar: “Estamos permanentemente obstaculizados para cumplir con la misión de la Iglesia. Personalmente, los sacerdotes y las religiosas somos humillados, requisados y allanados por la policía con orden del Ejército”, expresaba el sacerdote en el documento fechado en julio de 1976.
Originalmente, la carta, estaba destinada al entonces nuncio vaticano, Pío Laghi, quien, pese a haberla recibido, en reiteradas oportunidades negó haber estado informado del tema.  Laghi sería uno de los cómplices del silencio eclesiástico frente a las denuncias de la desaparición de personas por parte del terrorismo de Estado, actuando como encubridor de los actos que Angelelli venía denunciando.
La “cárcel está repleta de detenidos... por el sólo ‘delito’ de ser miembros fieles y conscientes de la Iglesia”, continuaba Angelelli, quien afirmaba que allí “se tortura asquerosamente”.  También contaba las amenazas de muerte que había recibido, las que finalmente se concretaron el 4 de agosto  de 1976, cuando el obispo fue asesinado en la ruta provincial 38, en las cercanías de Punta de los Llanos.
Estamos permanentemente obstaculizados para cumplir con la misión de la Iglesia. Personalmente, los sacerdotes y las religiosas somos humillados, requisados y allanados por la policía con orden del Ejército”, expresaba el “obispo Rojo”, como lo llamaban los militares por sus labores comunitarias y su cercanía a los sectores más desprotegidos.
 Su carta se conoció el pasado 13 de junio, mientras se estaba llevando a cabo el juicio por su asesinato. Ese día desde el  Vaticano, por decisión de Francisco I, enviaron un mail al Obispado de La Rioja con los documentos. Con este gesto, la iglesia comenzaba a rever su actuación durante la dictadura y a colaborar en un proceso de reconstrucción democrática.

La iglesia como cómplice del aparato represor
Durante los años 70 y 80, la Doctrina de Seguridad Nacional difundida por Washington causó estragos en los países de América Latina.  Las dictaduras fueron imponiéndose una a una en el Conosur: el enemigo de la patria estaba dentro del propio país y contra él había que luchar. Para esto, y como parte del Plan Cóndor, los militares fueron adiestrados para detectar opositores, secuestrarlos, torturarlos y asesinarlos. Un plan sistemático se puso en marcha.
En este proceso la cúpula de la iglesia argentina, en su mayoría, tuvo un rol de complicidad con   la dictadura y a su vez  existió cierta colaboración entre el Vaticano y los Estados Unidos, en un intento por desterrar a los movimientos izquierdistas de América Latina. De hecho, mientras la represión, la tortura y la desaparición tejían una telaraña sobre la Argentina, quien entonces era nuncio papal del país, Pio Laghi, afirmó que: "(...) los valores cristianos están amenazados por la agresión de una ideología que es rechazada por el pueblo. Por eso cada uno tiene su cuota de responsabilidad, la Iglesia y las FFAA; la primera está insertada en el Proceso y acompaña a la segunda, no solamente con sus oraciones, sino con acciones en defensa y promoción de los derechos humanos y la patria (…)”.
Los casos de Monseñor Plaza, Obispo de La Plata,  que entregó a decenas de personas a las fuerzas represivas, incluido su propio sobrino, José María Plaza;  Christian Von Wernich, quien se convirtió en el primer sacerdote juzgado por los crímenes de la dictadura y que fue hallado culpable como coautor de siete homicidios y 34 casos de tortura,  y el caso del obispo de Jujuy,  José Miguel Medina, quien en ese entonces iba dos veces por semana a dar misa a una prisión jujeña, y transmitía a los represores lo que escuchaba durante la confesión de los detenidos,  dan prueba de los vínculos existentes entre la cúpula eclesiástica y la militar.
Pero también hubo otra iglesia: la de Enrique Angelelli, la de Carlos Mugica, la de los Padres Palotinos, una iglesia que se resistió a ser cómplice de uno de los procesos más aberrantes de la historia argentina, una iglesia  que trabajó por y para el pueblo, una iglesia que fue masacrada por la dictadura militar y que lentamente empieza a revindicar su nombre.

Horacio Vertbisky: “Fui yo”
El pasado 18 de noviembre, varios portales y diarios notaron que ocho notas de Horacio Vertbisky sobre el Papa Francisco ya no estaban disponibles en la web de Página 12: “El pasado me condena" y "No sabe, no contesta" del 11 de abril de 2010 así como "El almirante y el cardenal" del 9 de noviembre del mismo año, entre otras. No faltaron quienes atribuyeron esto a la censura del medio a su principal editorialista, por la buena relación que viene manteniendo el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner con el Vaticano. Fue así que, Perfil, Clarín y La Nación, fueron algunos de los diarios que se embanderaron en esta cruzada contra la censura.
Pero el mismo Verbitsky fue quien se encargó de desmentir estos rumores  y por la tarde escribió una editorial titulada: “Fui yo”, donde afirmó que había sido él quien había pedido al diario que retirara sus notas porque “no quería darle la información premasticada a la nube de periodistas europeos que cayeron sobre Buenos Aires para preparar instant books sobre el personaje, ya que sigo investigando el tema y no me gusta regalar mi trabajo”, a lo que agregó que: “Fue una táctica exitosa, ya que la información contenida en esas notas casi no fue replicada por terceros”.
De esta manera el mensaje que había circulado por los medios sobre una posible censura al periodista y director del CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) se convertía en falacia. Vebiitsky era quien había pedido que esos artículos dejaran de circular. Falsos eran los rumores sobre que un medio “oficialista” había censurado a uno de sus periodistas.
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Vencer el olvido: la búsqueda de Clara Anahí



Por Luciana Rodriguez Sacco. - El 24 de noviembre de 1976 “La casa de los conejos”, en la ciudad de La Plata, estalló por los aires. La dictadura cívico-militar había bombardeado durante tres horas el lugar terminando con la vida de cinco personas, entre quienes estaba Diana E. Teruggi, nuera de Chicha Mariani, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo. Ese día también secuestraron a su nieta Clara Anahí, de tres meses de edad, la que incansablemente continúa buscando a sus 91 años.

El teléfono sonó, era una antigua amiga del Liceo Victor Mercante donde Chicha había sido profesora, casi susurrando le dijo que tenía noticias, le pasó una dirección y colgó; no eran tiempos para andar manteniendo largas charlas telefónicas y mucho menos de esta índole. Chicha fue hacia allá, no tenía mucho que perder: su nuera estaba muerta, su hijo era perseguido por lo militares y creía que su nieta también había sido asesinada en aquel ataque; allí se enteraría que no, que Clara Anahí había sobrevivido gracias a que su mamá la había puesto en la bañadera y cubierto con colchones. “Ahí me volvió el alma al cuerpo y ahí empecé a buscarla”, cuenta Chicha, quien ya lleva 38 años haciéndolo.

Al poco tiempo de esa esperanzadora noticia llegaría otro cimbronazo a su vida: el 1 de agosto de 1977 asesinaron a su hijo y papá de Clara Anahí, Daniel E. Mariani. El día del ataque a la casa él se había salvado por una simple casualidad del destino: estaba trabajando en la Capital Federal. Junto con Diana y otros cuatro compañeros, que murieron en el bombardeo a la casa, tenía una imprenta clandestina en la parte trasera de la misma donde imprimían el periódico “Evita Montonera”, uno de los primeros en denunciar la desaparición forzada de personas. La fachada de que allí funcionaba un criadero de conejos duraría poco y el periódico se convertiría en su sentencia de muerte.

Chicha todavía recuerda como fueron los inicios de la búsqueda, sin su nuera, sin su hijo y con su marido viviendo en Italia: “Fue buscar una aguja en un pajar, sin tener datos, con mentiras por todos lados.  Fue un infierno, yo no sé cómo mi cerebro resistió sin volverme loca durante tantos años”, cuenta pausadamente. Así, buscándola sola estuvo casi dos años, ni si quiera se había enterado de la existencia de Madres de Plaza de Mayo, estaba tan enfocada en la búsqueda de Clara Anahí que no había tiempo ni para mirar al costado. “Un día alguien me sugirió que vaya al Juzgado de Menores, entonces fui y conté lo que me pasaba. Ahí me dijeron que había otra señora que iba allí buscando su nieta”, esa mujer era Alicia Zubasnabar  De la Cuadra más conocida como Licha, con quien fundaría Abuelas de Plaza de Mayo.

Empezamos a tramar todo lo que podíamos hacer, ni comimos, ni supimos más del mundo. Quedamos que íbamos a ir a Plaza de Mayo, pero en realidad fuimos a la Plaza San Martín porque venía un enviado de Cyrus Vance por parte de Jimmy Carter, porque estaban preocupados por lo que pasaba acá con los desaparecidos. Allí iba a poner una ofrenda a San Martín y nosotras podíamos llevar testimonios sobre la desaparición de nuestros hijos y nietos”, cuenta sobre el primer acto en el que participó junto con otras abuelas, con quien pronto se pondrían de acuerdo para encontrarse a escondidas en alguna casa y comenzar a trabajar por la recuperación de sus nietos.

En un principio se llamaron Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos, pero como la gente  les decía Abuelas de Plaza de Mayo, decidieron adoptar ese nombre. “Las Madres nos dijeron de unirnos, pero dijimos que no porque era distinta la búsqueda. Nosotros teníamos que trabajar con la justicia, estar en contacto con jueces, y no nos podíamos quedar a reclamar porque no íbamos a encontrar a nadie. Lo entendieron pero tomamos el nombre, porque todos nos decían así. Ahí empezamos, crecimos, se hizo una entidad muy respetable, ajena totalmente a la política, fue el 21 de noviembre del 77”, recuerda Chicha quien hoy está apartada completamente de la institución de la que Licha y ella fueron las primeras presidentas.

Hace poco, el 22 de agosto de este año, recuperó su identidad Ana Libertad, quien voluntariamente llamó a Abuelas para hacerse los análisis. Ella es la nieta secuestrada de Licha, pero lamentablemente no pudo abrazarse con su abuela, ya que Alicia De la Cuadra murió en 2008. Chicha a sus 91 años solo sueña con abrazar a Clara Anahí a quien recuerda como una bebé con unas “enormes ganas de vivir. Saltaba, jugaba, lloraba, se reía, siempre estaba vivaz.  Perseguía todo lo que tenía anteojos, pensando que era el padre. Veía unos anteojos y creía que era el padre, nos reíamos mucho con eso”.

Inmediatamente ese recuerdo trae otro no tan feliz, es que Chicha no puede olvidarse de aquel 24 de noviembre al que ella misma define como “una herida viva que te sigue hasta la muerte” porque “lo pensás de día de noche, lo sentís en todo momento. Podés distraerte un minuto, pero siempre está con vos. Esa es la mayor crueldad que tuvieron estos militares y esta dictadura. Tramaron bien las cosas, mataron una juventud valiosa, quisieron destruir la memoria, pero no lo lograron;  y a las madres y a las abuelas nos condenaron a no saber”. Pero ella no se rindió, decidió buscar la verdad y recabando testimonios  se enteraría que a su nieta la habían sacado por la puerta del garaje, con la mano lastimada y envuelta en una manta fucsia con bordados verdes. Por eso hoy, lo primero que mira Chicha cuando alguna mujer llega creyendo ser su nieta es su mano.

Acá han venido 20 o más chicas, pensando que son Clara Anahí. Pobrecitas algunas se llevan un disgusto muy grande cuando sale que no y yo tengo que tragarme esa tremenda pena”, describe con angustia. Chicha ya no ve muy bien, así que a contraluz trata de mirar los rostros, sentir las orejas porque la de ella y las de Clara Anahí eran muy parecidas, como así también alguna cicatriz en la vacuna, porque quince días antes de desaparecer, Chicha la baño y le rozó con la toalla la vacuna, de lo que piensa debe haber quedado alguna marca.

Ellas tienen mucha confianza en lo que están contando, pero yo pongo paños fríos con la experiencia que tengo, porque es muy duro el golpe”, explica Chicha tratando de ocultar una ansiedad desbordante. Es que ella lo único que quiere es no morirse sin abrazar a su nieta.


Publicada en Isondú Diciembre.
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martes, 13 de enero de 2015

Sin corona: el círculo de violencia sobre Reina Maraz


Por Luciana Rodriguez Sacco. - Reina Maraz, mujer, migrante y boliviana,  fue acusada del asesinato de su marido Limber Santos, ocurrido en 2010. La fiscalía demoró tres años en ponerle un intérprete quechua y en octubre la condenó a cadena perpetua. La historia de Reina es una historia donde la violencia de género, la violencia institucional y la judicial conforman una red difícil de desarticular.





Reina se desplomó sobre el piso de la Unidad Penitenciaria de Los Hornos cuando un intérprete quechua  le contó el por qué estaba detenida desde hacía más de un año: la acusaban de haber asesinado a su marido Limber Santos. Durante todo ese tiempo ella había estado allí sin saber el motivo; ni los jueces ni los fiscales se habían percatado, o no tuvieron  la intención de hacerlo, de que Reina entendía poco y nada de español, ella hablaba en Quechua su lengua materna, la que había aprendido en el altiplano boliviano.


Asintió con la cabeza ante la policía y el tribunal, mientras le leían en castellano los cargos que se le imputaban. Esto fue interpretado por ambos como la confesión del crimen,  pero nadie reparó  que en la cultura quechua  este gesto no quiere decir aceptación sino que muestra la intención de dialogar. Eso era lo que buscaba Reina, quien nunca imaginó que terminaría con una condena de cadena perpetua. Así, para la justicia argentina la víctima se transformaba en victimario.

Reina llegó al juicio sin poder entender ni ser entendida hasta pasados los tres años de prisión preventiva, es por ello que en la causa la voz de Reina casi no aparece. El intérprete llego un año y medio después de su detención, ante el reclamo de la Comisión Provincial por la Memoria (CMP) que en una visita el penal de Los Hornos en 2011 detectaron que Reina no comprendía el español. Hasta ese momento nadie parecía haberlo notado y Reina permanecía encerrada sin demasiadas explicaciones.

Desde la CPM  afirman que “el Caso Reina Maraz visibiliza la situación de extrema vulnerabilidad en la que se encuentra una persona al coincidir en ella una especie de intersección de causas de desigualdad: es mujer, es pobre, migrante, indígena, y víctima de situaciones de mucha violencia, lo que la coloca en una situación particular que debe ser tenida en cuenta por todos los actores institucionales intervinientes”.

Su codena está basada en el pedido del fiscal, Fernando Celesia, y en una Cámara Gesell que le realizaron al hijo de mayor de Reina,  quien en ese entonces tenía cinco años, la cual no fue hecha con el debido cuidado, ya que al niño se lo entrevistó como si fuera un adulto, sin la presencia de un psicólogo y sin un traductor. Con estos argumentos,  la sentencia que se conoció cerca de las dos de la tarde el pasado 28 de octubre, determinó que Reina continuará en prisión domiciliaria hasta que exista resolución de Casación a la apelación que presente la defensa.

Pese a este sin fin de violaciones de los derechos de Reina, las juezas Silvia Etchemendi, Marcela Vissio y Florencia Butiérrez la encontraron culpable del asesinato de su marido y jamás tuvieron en cuenta, a lo largo del proceso judicial, la violencia física y verbal a la que fueron sometidos Reina Maraz y sus hijos, por su marido, por la policía y por el mismísimo sistema judicial que revictimizó una y otra vez a esta mujer, migrante, boliviana y pobre.

La sumisión

Nacida en la comunidad Kichwua, cerca de Sucre, conoció el desarraigo desde muy joven: primero cuando se casó con Limber a sus 17 años y debió mudarse con él y su familia, y luego cuando  vino a la Argentina, en 2009,  con sus dos hijos, obligada por su marido quien ya había estado viviendo en el país por casi dos años, en los cuales no se comunicó con Reina ni le envió dinero para los niños. Pese a sus malos presentimientos no le quedó otra opción que juntar unas ollas y algunas mantas y salir tras los pasos de su marido. Era eso o quedarse sin sus “guaguas”, que en ese momento tenían dos y cuatro años.

Sus malos presentimientos tenían algo de verdadero, el nuevo país se mostraba hostil, Limber se emborrachaba todos los días y la golpeaba; no había plata para comida porque lo poco que ganaban él se lo gastaba en alcohol y para peor vivían todos en lo de una hermana de Limber en Villa Soldati. Allí Reina atravesó una situación de violencia muy fuerte cuando su marido abrió la llave del gas para matarla y amenazo con prender fuego la casa y así matar a ella y a los niños. La hermana de Limber, temiendo que Reina intentara volverse a Bolivia, le retuvo sus documentos y los de sus hijos. Así Reina quedaba a merced de su marido y la familia de este.

Reina no tomaba decisiones, no manejaba dinero y tampoco tenía permiso para mandar a sus hijos a la escuela, vivía completamente sometida a su marido, con quien luego se mudaría a Florencio Varela. Allí trabajaban todo el día en el horno de ladrillos de “Cacho”: Limber los cortaba y ella los apilaba por casi nada de plata. Así pasaban las horas varias familias bolivianas que  llegaban buscando un mejor pasar, pero los pocos pesos que cobraban con suerte alcanzaban para la comida de los chicos.

En ese lugar fue donde conocieron a Tito Vilca Ortiz, también de nacionalidad boliviana y el otro acusado por el asesinato de Limber Santos, pero que no llegó a juicio oral ya que murió en la Unidad 23 de Florencia Varela el año pasado a causa de una cirrosis.  La fiscalía argumentó que Reina y Tito mataron en conjunto a Limber Santos, pero nunca tomaron en cuenta el testimonio de Reina quien confesó haber sido abusada sexualmente por Vilca en dos oportunidades, con el consentimiento de su marido quien usaba su cuerpo para saldar las deudas de la bebida y el juego.  Así, la fiscalía la acusaba impunemente de haberse complotado con el vecino que la había violado.

Limber siempre había sometido a Reina, de hecho cuando volvió a Bolivia a buscarla, tras su estadía en Argentina la llevó a un clínica privada en Potosí donde hizo que un médico la examinara para detectar si en su ausencia ella había mantenido relaciones sexuales con otros hombres. Esto consistía en una revisación de tacto en los órganos y análisis de sangre. Los resultados arrojaron que Reina no había estado con ningún hombre, pese a las acusaciones de la abuela de Limber, quien decía que Reina engañaba a su marido con su primo Orlando. Tenía solo 19 años cuando fue víctima de esta aberración médica.

La situación terminó en el Corregidor, que es una especie de líder local que dirime todo tipo de conflictos y  donde se aplicó un proceso de justicia indígena para aclarar la situación. Allí se labró un acta contando lo que había pasado y desmintiendo a la abuela de Limber. Pese a los intentos de la hermana de Reina por contar esto en el juicio,  la barrera idiomática se hizo nuevamente presente junto con la desidia judicial y le impidieron declarar en quechua, por lo tanto su testimonio queda anulado.

“En el juicio Reina cuenta que en su comunidad no había policía, que hay un corregidor. El tema es que nadie indaga sobre eso. Dentro de este proceso de violencia de género también hay choques culturales y el Poder Judicial no se hace cargo. Los funcionarios no tienen  perspectiva de género y mucho menos de culturalidad”, explica Mariana Katz  integrante del área de Litigio Estratégico de la CPM.

 
Culpable

A la cárcel llegó embarazada de siete meses y parió ahí sola, lejos de sus dos hijos que habían sido enviados con su familia a Bolivia. Reina no sabe si su última hija, que hoy tiene tres años,  es de Limber o producto de la violación que sufrió por parte de Vilca, de lo que sí está muy segura es de prohibirle hablar en quechua, porque tiene miedo que en un futuro no pueda defenderse. La cuestión simbólica del lenguaje está muy presente en ella.

“Yo quiero decir que  esta mujer habla castellano porque cuando hizo la denuncia con su suegro me dijo del color que estaba vestido”, expresó  en el juicio el policía que tomó la denuncia a Reina cuando su marido estaba desaparecido, el 16 de noviembre de 2010. Reina había ido con su suegro, Lino Santos, a la comisaría de Florencio Varela, y fue este quien denunció la desaparición de su hijo, ella solo se limitó a decir los colores de la ropa que llevaba puesta, algo que bajo ninguna circunstancia indica que Reina comprenda una conversación en español, aunque sí conoce algunas palabras.

Dos semanas antes de la muerte de Limber habían hecho una comida típica en el horno de “Chacho”, después de allí él partió con Vilca  y se fueron a bailar a Liniers, el punto de encuentro de la comunidad boliviana. Eso era común en Limber, salir los sábados de noche y regresar al otro día completamente alcoholizado. Allí Limber le pidió dinero a Vilca  y a cambio le ofreció el cuerpo de Reina. Esa noche sería la primera vez que Reina sería víctima de Vilca, la otra sería luego de que este asesine a su marido, quien por cierto confesó el crimen en una declaración.

Incluso, pocos días antes Limber y Vilca habían mantenido una fuerte discusión en el horno de ladrillos donde no escatimaron las trompadas. Después de eso Vilca fue a casa de Reina para decirle que su marido se había ido al pueblo, pero Limber nunca regresó. En esa oportunidad Vilca volvió a abusar sexualmente de Reina. La fiscalía no reparó en los repetidos abusos, sino que cuestionó a Reina por no denunciar estos hechos a la policía, sin tener en cuenta que  su comunidad no se rige con esto principios;  las fuerzas policiales son inexistentes, todo pasa por las manos del Corregidor. 

El cuerpo de Limber fue hallado a los pocos días dentro del campito donde se encuentra el horno de “Cacho”, estrangulado con una toalla, algo que dos testigos aseguraron que Reina no podría haber hecho por lo delgada que era. Argumento que tampoco fue tenido en cuenta en el juicio.  Hoy de la familia de Limber no se sabe nada, como así tampoco del dueño del horno de ladrillos,  se esfumaron por completo, ¿casualidad? Mientras tanto Reina continúa presa y condenada a cadena perpetua, víctima de una vulneración constante de sus derechos por ser mujer, migrante, pobre y boliviana.

Publicada en Isondú noviembre.

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lunes, 15 de diciembre de 2014

Sergio, un tipo con código (con otro código)


Tiempo después de que el Frente para la Victoria hubiera presentado en el Congreso el proyecto de reforma del Código de Procesal Penal y cuando la iniciativa ya había logrado media sanción, el diputado del frente Renovar, Sergio Massa, anunció que su agrupación política tenía una alternativa.
En el momento en que ya era un hecho que iba a darse la media sanción que faltaba para que el proyecto se convirtiera en ley, el ex intendente de Tigre decidió hacer pública la alternativa que impulsaba.
Singularmente, tratándose de un legislador nacional, el lugar elegido para la presentación no fue el Congreso, sino un teatro, donde se rodeó de integrantes de la ong Madres del Dolor (la misma que, curiosamente, en la previa a la elecciones legislativas de 2013 lanzó una persistente campaña televisiva contra la inseguridad y el delito en medios televisivos de la mano de Georgina Barbarrosa, algo que no se había dado ni antes).
El Congreso, por supuesto, convalidó la iniciativa del Frente para la Victoria, que tras su sanción fue promulgada por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Desde el Frente Renovador, así como desde otras fuerzas políticas ubicadas en el arco opositor, se insistió durante el debate y hasta ahora en que se trata de un paquete de  medidas que “le otorga más derechos a los delincuentes”, es un “código garantista”, o “no se pone del lado de las victimas”.
El titular de la Oficina de Enlace Legislativo de la Procuración y fiscal federal, Félix Crous, reconocida figura del derecho penal, realizó un diagnóstico minucioso y defendió el nuevo Código.
“El actual sistema concentra demasiado poder en los jueces y facilita la impunidad al eternizar los procesos”, mientras que “el nuevo modelo de persecución penal está, a nivel internacional, entre los que más derechos otorgan a la víctima”.

¿Funcionarios impunes?
La presunta mayor impunidad de que gozarían los funcionarios públicos con el nuevo código es una preocupación de la oposición, que parece olvida las situaciones de Domingo Cavallo (Megacanje) Federico Sturzenegger (Megacanje), María Julia Alsogaray (privatización de Entel) y Carlos Menem (causa por la venta de armas a Croacia y Ecuador) entre otros casos que involucran a ex funcionarios y se desarrollaron con en anterior Código.
Al respecto, Crous dijo que “no hay ninguna posibilidad de que haya un mecanismo” especialmente ideado en esta norma para garantizar la impunidad. “Las reglas de disponibilidad de la acción penal no admiten dejar afuera de la persecución a los funcionarios públicos”.

Extranjeros en la mira
Como pocas veces antes, quienes se encargan de estigmatizar sistemáticamente a los extranjeros desde las trincheras de la política o los medios de comunicación, salieron a mostrarse horrorizados frente a lo que, en la letra del nuevo Código, parece una veta de xenofobia, ya que el texto contempla la posibilidad de que los extranjeros que delinquen puedan ser expulsados.

No solo las estadísticas indican que solo el 6 por ciento de los condenados por delitos en Argentina son extranjeros, sino que al respecto Crous reconoció que lo que será necesario es “un estricto seguimiento de la actitud de los jueces, para que no se conforme una categoría especial de persona sobre la que se enfoque la acción punitiva del Estado”.
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Un mar de uniformes


La provincia de Buenos Aires es la más poblada del país, y sin duda el área del Gran Buenos aires la que mayor densidad geográfica posee con un amplio espectro de realidades sociales, económicas y culturales.
Quizá por esto, y contrariamente a lo que las estadísticas aseguran, se plantea una y otra vez que es este el escenario de la mayor “inseguridad” del país. Es decir, el espacio territorial de la Argentina en el que mayor número de homicidios, delitos contra la propiedad y las personas se cometen.
Lo cierto es que contrastando estadísticas de la provincia de Buenos Aires y de la Ciudad de Buenos Aires, donde efectivamente se viene produciendo un incremento en el porcentaje de hechos delictivos es en la CABA.
Claro, ante este dato, el argumento esgrimido es que se trata de delincuentes que residen en la provincia pero delinquen en la Capital y luego “cruzan la General Paz” para garantizarse impunidad. No por transitado este argumento de ser empleado una y otra por los hacedores del discurso de la inseguridad.
Como uno de los principales exponentes de la lucha contra esa inseguridad mediáticamente construida, el gobernador bonaerense Daniel Scioli viene desplegando desde el momento mismo de su asunción una serie de políticas destinadas a garantizar seguridad mediante la instrumentación de mayor cantidad de efectivos en las calles.
A finales del mes de noviembre último fueron 10 mil los nuevos policías egresados que engrosan las filas de la Policía Bonaerense.
Sin embargo, este verdadero mar de uniformes no es la única estrategia desplegada por el mandatario bonaerense, que decretó la Emergencia en seguridad el 5 de abril de 2014 y de esa manera convocó a policías retirados para cubrir cargos administrativos y desafectar de ellos a uniformados en actividad.
La medida fue duramente cuestionada por agrupaciones de izquierda, por organismos de derechos humanos y hasta desde la propias filas del kirchnerismo, dado que se adujo que esta “convocatoria” a los desafectados de la fuerza podía abrir la puerta a quienes habían sido alejados por hechos reñidos con la legalidad.
Otro de los capítulos de 2014 fue la creación de la Policía Municipal, un intento de dotar a los municipios de una fuerza propia y de proximidad con las diferentes comunidades. Estos futuros policías ya están capacitándose, pero no estarán las calles de los municipios de los que formarán parte hasta el 2015.
Así, los diversos paquetes de soluciones aportados por el gobierno bonaerense parecen ubicar en segundo plano a las iniciativas sociales que apunten a la inclusión, privilegiando de esa manera la política de endurecimiento de las acciones.


Delito no es lo mismo que inseguridad
El discurso mediático hace foco en la “inseguridad” y toma ese término como eje de cualquier debate sobre delito, instalándolo en forma contundente en una sociedad que, a fuerza de erosión política y mediática, corrió el paradigma y naturalizó como factor de seguridad la no existencia de delitos.
Para la Real Academia Española (RAE), el máximo organismo regulador de la lengua castellana, es decir, del idioma que hablamos, el término seguridad cuenta con una serie de definiciones.
En ningún caso remiten al concepto con que lo entendemos hoy los argentinos.
Un proceso que comenzó hace más de 20 años logró erosionar el imaginario social y naturalizar la idea de que inseguridad (es decir, la falta de seguridad), es equivalente a delito en cualquiera de sus formas.
Hoy este significado no está en discusión. Por el contrario, cada vez que se comunica un hecho policial se habla de inseguridad a través de los diarios, la televisión o las radios; y la clase política repite el mismo esquema sin importar si ideológicamente se ubican en la derecha, la izquierda o el centro.
Se hace indispensable, entonces, desandar el camino y poner cada término en su lugar.
Delito es para la RAE, la violación de una ley o un crimen.
Por lo tanto, desde un robo hasta un homicidio entrarían en esta categoría, ya que se trata de transgresiones a las leyes que existen en nuestro país.
Seguridad, en cambio, se aplica a un amplio abanico de cosas que incluyen desde aspectos jurídicos hasta sociales.
Sin embargo, el 5 de abril último, el gobernador Daniel Scioli dispuso la Emergencia en Seguridad para la provincia de Buenos Aires por espacio de un año; y lo hizo cediendo a las presiones mediáticas que vienen haciendo de este concepto, además mal aplicado, una herramienta con la que ejercer presión política.
La situación de excepcionalidad decretada por el gobernador Daniel Scioli tiene una vigencia de un año, por lo que se extenderá hasta la primera mitad de 2015. En el marco de un año electoral, no se descarta que el mandatario pueda extenderla.
En lo discursivo el objetivo central es “acorralar el delito”, y para hacerlo la norma implica “agilizar la llegada de recursos humanos y materiales”.
Una de las medidas más cuestionadas es la construcción de ocho alcaidías, una instancia en la que se aloja a los detenidos mientras se realiza la investigación, y que en este caso, tendrán capacidad para unas mil personas.
Otro de los aspectos cuestionados es la convocatoria realizada a ex agentes de la Policía Bonaerense, en el marco de una acción que volverá a incluir a aquellos que fueron  separados de sus funciones por hechos de corrupción o por diferentes irregularidades.
En tercer término, cabe considerar que el Estado provincial se endeudó en 600 millones con el Banco Provincia para sostener la Emergencia.

La medida no fue discutida por la Legislatura.
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