Por Luciana Rodriguez Sacco. - “Perdón por tantos años de olvido”, le susurró al oído Cristina
Fernández de Kirchner a Kalym Soria, el primer varón transexual que recibió de
sus manos el DNI con su nueva identidad de género, la que había autopercibido
desde que tenía 4 años. Era el 2 de junio de 2012, y a menos de un mes de
sancionada la Ley de Identidad de Género, Kalym obtenía lo que había estado
esperando desde hacía 43 años. Claudia, el nombre con el que lo habían llamado
sus padres, desaparecía para siempre y el Estado nacional reconocía los
derechos de un colectivo invisibilizado a lo largo de la historia.
Hoy Kalym preside RITTA (Red
Intersex, Transgénero y Transexuales Argentinos) donde cada miércoles, en un
edificio del barrio porteño de Once, recibe a niños, jóvenes y algunos adultos
que empiezan a transitar este camino que
Kalym ya ha transitado y sabe, mejor que nadie, que no es nada fácil. Aunque hoy el contexto
es otro, porque tenemos una Ley de
Identidad de Género que da un marco legal a este colectivo el estigma social
sigue presente, porque como él mismo explica “para llegar de lo legal a lo real tenemos un camino muy profundo y
falta mucho”.
En este mismo edificio fue donde
Kalym, en el invierno pasado, recibió a “Facha”, quien con solo 10 años logró
cambiar su identidad de género, convirtiéndose en el segundo menor de 18 años en lograr esto en
nuestro país, después de Lulú. Kalym recuerda entre risas como fue aquel primer
encuentro con él y su mamá Bárbara, donde le fue presentando uno a uno los
integrantes del grupo. Al rato y luego de saludar a unos cuantos, Facha le dijo
por lo bajo: ´yo pensé que era el único´. Allí descubrió que no lo era.
Kalym se siente orgulloso de la
mamá de Facha y cada vez que la ve no deja de felicitarla y agradecerle por su
valor y compañía. Su historia no fue igual, sino más bien parecida a la de la
mayoría de las personas trans: a los 18 años lo echaron de su casa, cuando
blanqueó que se había enamorado de una compañera de la iglesia evangélica, de
la cual era un miembro activo. En ese momento no le quedó otra opción que salir
a limpiar casas, pero en su tiempo libre corría a calle Corrientes a leer los
libros que abundan en aquellas cuadras, para así seguir estudiando. El colegio
técnico al que iba tampoco fue una opción, pese a que le quedaban cuatro meses
para recibirse de técnico químico decidió abandonarlo. Kalym se negaba a
ponerse un vestido largo el día de la graduación.
Es así que él cuenta que se formó
como autodidacta y las escapadas a calle Corrientes le dieron de comer durante
20 años, donde se dedicó a dictar clases particulares de física, química y
matemática. Todos los días se levantaba temprano, pegaba volantes puerta por
puerta en la capital y luego lo llamaban. Él sabía que cuando el teléfono
sonara iba a vender bien su producto,
pero que cuando fuera a las casas la respuesta no sería la misma. “En ese momento sin ningún proceso de
hormonación era una cosa rara, que se vestía con ropa masculina, entonces no
caía muy bien, porque ser trans no cae muy bien”, explica. De lo que sí
estaba seguro era que cuando se sentara
a dar clases iba a hacer magia. Sabía que con eso podía sobrevivir y lo hizo. De
hecho su familia también, porque Kalym está en pareja con Soledad hace 23 años
años, quien en ese entonces tenía un bebé biológico de nueve meses a quien
Kalym crió como propio. Ahora, el 18 de diciembre van a casarse y él será su
testigo.
Pero a Kalym le costó dejar de
ser esa profesora que iba casa por casa a dar clases y “cuando llegó el tema de salir del closet, fue complejo pero bueno y
al mismo tiempo mágico”, sentencia. Por fin había podido sacar al hombre
interior y animarse a ser él. Lógicamente, esto no hubiera podido suceder en otras épocas
sin un Estado que acompañara este proceso, “por
eso lloré tanto, hoy miro el video y digo: ´ ¡Cómo lloré!´ . Fue un cambio
total”, recuerda sobre aquel 2 de junio, el día en que fue plenamente él.
– El
día que Cristina entregó los DNIs vos eras el único varón trans entre un grupo
de mujeres transexuales ¿Considerás que para alguien que nació mujer es más
complejo asumir su transexualidad que para alguien que nació hombre?
Kalym
Soria–Creo que tienen que ver con esta cuestión heteronormativa
y machista que existe en nuestra sociedad; la sociedad argentina es muy
machista. Tradicionalmente la nena se queda en la casa hasta que se casa.
Muchos varones trans, aún hoy, se mantienen en sus casas en silencio. Pero qué
pasa, casi compartiendo con las mujeres estos silencios oscuros porque esas
mujeres que se quedan en su casa tampoco la pasan bien. Hoy se vive más, pero
también somos conscientes de que la mujer no está al igual que el hombre.
Entonces esa misma lucha la tienen los varones trans, que tampoco pueden contar
lo que les pasa.
No es lo que más se ve en la
sociedad y creo que tiene que ver con eso, con esa presión que se ejerce aún
desde el hogar: tradicionalmente la mujer no puede hacer muchas cosas, tiene
que quedarse en la casa. El varón trans siguió ese camino.
El caso de la mujer trans es
diferente, pero yo creo que es una cuestión expulsiva. A los 13 años cuando la
mujer trans se puso su primera minifalda y se calzó sus primeros tacos, le
dieron una patada que la sacaron a la
calle. En cambio, en esa área, el varón
trans se queda en silencio, eso te sume en la oscuridad, que eso son otras
historias, otras situaciones conflictivas con
el no decir, el no hablar, el no mostrarte que también te vulnera; pero
nos camuflamos y caminamos en la sociedad.
–Una de las primeras cosas que me dijiste es
que te autopercibiste como hombre cuando tenías 4 años ¿Cómo fue ese proceso?
Kalym
Soria–La explicación casi que la tenemos todos. Vos tenés la
perfecta seguridad de que sos tal persona, en el caso de las personas trans también
tenemos la perfecta seguridad de quiénes somos. Cuando yo era chico me miraba
al espejo y en el fondo esperaba cuándo iba a generarse el cambio, que nunca
llegaba. Es muy importante diferenciar que cuando hablamos de sexualidad
estamos hablando de lo que está entre las piernas y que cuando hablamos de
identidad de género hacemos referencia a
lo que está entre las orejas. Las personas trans tenemos una genitalidad
que no está acorde con lo que está en la cabeza. Yo no adhiero a la frase ´nací en el cuerpo
equivocado´, yo no nací en un cuerpo equivocado, digo que simplemente nacimos.
Nadie explica a ciencia cierta
porque alguien escribe con la diestra o con la zurda, pero lo que es cierto es que hay quienes escriben con la diestra y quienes
con la zurda. ¿No será que simplemente las personas trans existimos? Foucault
habla del control de los cuerpos, la sexualidad es poder, pero desde los
griegos se viene hablando de homosexualidad.
Los Berdaches eran personas que habían nacido hombres pero que se
vestían de mujer. Esto existió siempre, pero no había un Estado propicio para
reconocer, que así como hay personas diestras y otras zurdas, también existen personas trans.
Creo que ese es el debate que la
sociedad tiene que tener, porque si bien tenemos una ley de máxima, cuántos
espacios tienen personas trans trabajando. Evidentemente, como dice Eugenio Zaffaroni la
norma surge donde hay una necesidad, pero que surja esa norma no significa que
esté todo solucionado. Al contrario ahí es donde comienza todo. Está la Ley de
Identidad de Género, ahora para llegar de lo legal a lo real tenemos un camino
muy profundo y falta mucho.
–¿Cómo
crees que hay que ir allanando ese camino?
Kalym
Soria–Atacando todos los flancos, generando debate. El debate
tienen que continuar, la Ley de Matrimonio
Igualitario sí fue un punto de inflexión en la sociedad, partió a la sociedad
en dos, porque en la diaria la familia
se juntaba y decía: ´¿Viste la ley de estos putos que ahora se quieren casar?´;
en cambio en la Ley de Identidad de Género, el hombre y la mujer común dijeron:
´Otra ley más para estos putos´, pero no hubo tanto debate en la sociedad. Fue
bueno, porque ahora es una herramienta genuina pero hay que generar más debate,
a través de los medios de comunicación, hay que informar más. No hay que burlarse
tanto de aquel que hace reír por ser trava, sino informar más.
Tienen que
visibilizarse más personas que puedan
darle debate a la sociedad y contarle de qué se trata.
–Un tema muy polémico en las últimas semanas ha sido el proyecto de la diputada del Frente para la Victoria, María Rachid, sobre la posibilidad de otorgar un subsidio a la población trans. En tu opinión ¿Subsidio sí o no?
Kalym
Soria–Yo creo que el Estado se tiene que hacer cargo de lo que
le corresponde, pero también sé que tristemente una generación de personas trans no van a poder ver ese
cambio. La persona trans fue vulnerada, no tuvo las mismas herramientas que el
resto. A los 13 años si a una chica trans la echaron a la calle, la echaron de
la institución donde estudiaba, ya no tuvo su casa ni la escuela, lo que te queda es la calle y la calle es
compleja. Entonces la herramienta más fácil es la prostitución, la herramienta
más fácil para construirte es ponerte en tu cuerpo todo tipo de aceite.
Recuerdo una chica que fue en bicicleta a ponerse el aceite y cuando llegó a su
casa tenía la cola con la forma del asiento de la bicicleta, así que con
cucharas y botellas calientes tuvo que ir aflojando eso. Tengo compañeras adentro de la cooperativa
que el aceite lo tenían en las mamas y
hoy lo tienen en los tobillos. Ese aceite que se desparrama por el cuerpo se va encapsulando, son pelotas que se forman
y nadie quiere operarlo y sacarlo. No hay un sistema médico que lo avale.
De hecho, antes de la Ley de Identidad
de Género en el país estaba prohibido y era penado todo cambio de sexo,
entonces los médicos pasaron muchos años sin meterse en eso. Sí está el caso de
Fidalgo, que en el 97 a través de un amparo operó a Juana la primera mujer
trans. Yo mismo me operé con él después, con la ley. Lo cierto es que una chica
trans va a un hospital a ponerse prótesis y esto no está contemplado todavía;
de lo legal a lo real hay un camino gigante.Esto sin considerar que
muchas tomaban varias dosis de hormonas para acelerar el proceso, la cantidad
de compañeras trans que están hechas fruta por el HIV.
Volviendo a las personas trans
grandes, aunque es cierto que el Estado tienen que garantizar lugares de
trabajo, considero que para las más vulneradas y heridas está bien que haya una
reparación. Para esas compañeras está bien.
– Con Soledad, tu pareja, tienen un hijo. Muchas veces el argumento que se usa para familias diversas, es que al
niño puede afectarle en su desarrollo esto de tener dos mamás, dos papás, algún
integrante trans ¿Qué pensás al respecto?
Kalym
Soria–Una vez cuando mi hijo tenía 17 años, estábamos los tres
abrazados, y nos dijo: ´Yo creo que no es una cuestión de genitales yo creo que es una cuestión de amor´.
Nos salió mal, nos salió
heterosexual, ¿Podés creer? (ironiza) La sociedad está convencida de que las
familias diversas nos levantamos cada mañana le ponemos una pluma en el culo a
los hijos y los sacamos a marchar. Tiene 25 años, le fascina jugar a la
computadora, su habitación es una mugre, tiene su novia que es el amor de su
vida. Es un chico más. Las familias de
la diversidad somos familias comunes, que nos pasan las mismas cosas.
Lo que sí es cierto es que nuestros hijos no tuvieron los mismos
derechos. A la sociedad todavía le cuesta. Somos personas con los mismos
inconvenientes, pasamos las épocas históricas: el 2001, Menem. La sociedad es
prejuiciosa y creo que mucho tienen que ver las tradiciones, la teología y la
presión eclesiástica sobre lo que está bien y lo que está mal hacer
–Ya que nombrás a la Iglesia, hasta hace
poco en el Vaticano se estuvieron discutiendo temas como el divorcio, el Matrimonio
Igualitario, algo que hace unos años era impensable ¿Creés que la iglesia podrá
cambiar su cosmovisión?
Kalym
Soria–La física me dice que sí, que todo está en continuo
movimiento. Yo creo que sí, no sé si en esta época y si lo voy a ver yo.
Yo soy evangélico, cuando me
echaron de mi casa me estaban preparando con un grupo para ir a misionar a
Marruecos y España, o sea que era bastante comprometido. Entrar a la Universidad de Madres de Plaza de Mayo me hizo ver otra
parte de la historia que uno no conoce, que el púlpito es el mejor lugar para
sojuzgar y poner pesadas cargas en el otro.
Por qué si hay tanto amor de Dios, y yo creo
en Dios, hay tanta gente que tienen que estar pasándola mal. Tu hermano la pasa
mal y el cura con su sotana o el pastor se ponen desde su lugar a dar clases de
cómo tienen que ser las cosas, para ponerle pesadas cargas a la gente. Yo creo
que el púlpito es un pretexto, y sí se utilizan
muchos textos bíblicos para sojuzgar a mucha gente.
–Hablemos un poco de la televisión,
personajes como Florencia de la V. o Lizy Tagliani forman parte de su colectivo
¿Considerás que contribuyen a la toma de conciencia por parte de la sociedad o que
simplemente su condición se toma desde el lado de la burla?
Kalym
Soria–Yo no voy a vivir de los medios, pero va a haber quien sí,
yo creo que es un trabajo más. Cuando te
dan un trabajo hay un rol que cumplir, no soy quien para criticarlas si
consiguen una moneda por eso, prefiero que estén ahí y no en la calle. A mí me
parece que quien es el culpable no es cada actor, sino el medio, hay que
cambiar las cabezas en general.
Yo no sé si se pusieran en
activistas y quisieran en todo momento hablar de activismo no les quitarían el
trabajo. Eso me queda a mí, yo soy
activista. No me gusta criticar, me parece que es un trabajo y que cada
uno hace lo que puede.
–Finalmente, ¿Qué le dirías a alguien
que está descubriéndose a sí mismo y está empezando a transitar este camino
para ser quien realmente es?
Kalym
Soria–Que se anime, que su vida no tiene que ser de nadie, que
tiene derechos, que es digno/a. Que le
digan a su niño interior: ´No te preocupes, ahora te cuido yo´. Que hay
herramientas, que se contacten, que no se queden en la oscuridad, que no vale
la pena, que hagan uso de su derecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario