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martes, 31 de agosto de 2010

Informe Especial, “Agua que no has de beber”: Cinco – La guerra es la paz

Este es el último capítulo de la primera parte de este informe especial, y cierra el segmento dedicado a mirar los recursos y riquezas que están en la mira de las grandes corporaciones transnacionales y los gobiernos de los países militar y económicamente más desarrollados.
A partir de aquí, la segunda mitad de este trabajo estará orientada a repasar dónde y cómo se encuentran distribuidas las reserva de agua potable del mundo, y por qué, pese a su abundancia, podrán devenir en conflictos en un futuro, en algunos casos, quizá no muy lejano.
Pero esta quinta entrega de “Agua que no has de beber”, se centra exclusivamente en el interés, para nada velado, de los Estados Unidos, y en menor medida otros países europeos, en la Amazonia sudamericana.
Hace algunos años, comenzó a circular una versión que indicaba que un libro de enseñanza para estudiantes de nivel primario, en las escuelas norteamericanas, mostraba a la región del Amazonas, como un “área protegida a nivel mundial”.
Ese texto, avalado con una imagen, pero escrito en un inglés poco acorde a un libro de educación, fue reiteradamente desmentido, y nunca se mostró de él más que una única página, con la que acompañamos este informe.
Sin embargo, más allá de la veracidad o no de aquel libro de textos, lo cierto es que la pretensiones sobre la Amazonia, no son, para nada, nuevas.


La Amazonia internacionalizada
Una imagen que supuestamente pertenece a un libro de geografía de 6º grado, de escuelas norteamericanas, viene dando vueltas en la web.
Si bien su veracidad fue negada, no es menos cierto que, comunicacionalmente, su mensaje llega a millones de personas, y transmite una ida.


Esa “idea” es un Amazonas y un Pantanal brasileños amputados. El libro menciona lo siguiente: “Primera Reserva Internacional de la Selva Amazónica”.
Y detalla: “Desde mediados de los años 80, la más importante floresta del mundo pasó a ser responsabilidad de los Estados Unidos y de las Naciones Unidas. Es llamada FIRAF (Primera Reserva Internacional de la Floresta Amazónica), y su fundación fue dada por el hecho de que la Amazonia está localizada en América del Sur, una de las regiones más pobres del mundo y cercada por países irresponsables, crueles y autoritarios. Fue parte de ocho países diferentes y extraños, los cuales son en su mayoría, reinos de la violencia, tráfico de drogas, ignorancia y de pueblos sin inteligencia y primitivos”.
Y abunda: “La creación de FIRAF fue apoyada por todas las naciones del G-23 y fue realmente una misión especial para nuestro país y un regalo para todo el mundo, visto que la posesión de estas tierras tan valiosas en manos de pueblos y países tan primitivos condenarían los pulmones del mundo con la desaparición y la total destrucción en pocos años. Podemos considerar que esta área tiene la mayor biodiversidad del planeta, con una gran cantidad de especímenes de todos los tipos de animales y vegetales. El valor de esta área es incalculable, pero el planeta puede estar seguro de que los Estados Unidos no permitirán que estos países Latino Americanos exploten y destruyan esta verdadera propiedad de toda la humanidad. FIRAF es como un parque internacional, con severas reglas para la explotación”.
Bajo el mapa, que estaría en la página 76 del libro norteamericano "Introducción a la Geografía", de David Norman, utilizado en la Junior High School (equivalente al 6° grado de la primaria), se señala: "Podemos ver la localización de la reserva Internacional. Forma parte de 8 países de América del Sur: Brasil, Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela, Guyana, Surinam y Guyana Francesa. Algunos de los más pobres y miserables países del mundo".


Más de un siglo y medio de apetito
A continuación citaremos párrafos completos, por su riqueza y precisión, del trabajo de Elsa Bruzzone en las páginas 102 y 103, de su libro “Las Guerras del Agua”.
“Los intentos de Estados Unidos por apoderarse de la región no son nuevos”, reseña Bruzzone. Y sigue “ya en las primeras décadas del siglo XIX un mapa sugería la creación del Estado Soberano de la Amazonia, en territorio amazónico brasileño. Luego se sostuvo que el Amazonas era la continuación del río Mississippi, por debajo del continente, por lo cual la región estaba “adentro” de las fronteras de Estados Unidos. En 1853 el gobierno norteamericano reividnció ante su par brasileño el pedido de internacionalización de la Cuenca del Amazonas alegando que Pará (hoy uno de los estados de Brasil) estaba más cerca de Nueva York que de Río de Janeiro y los transportes eran más fáciles hacia el norte”.
Más adelante sigue: “A principios del siglo XX Henry Ford fundó Fordlandia y Belterra para dominar la producción del caucho. En la década de 1940 Nelson Rockefeller sostenía que la Amazonia era la nueva Frontera Oeste norteamericana. La región era un condominio de grupos económicos internacionales. La situación cambió con el ascenso de Getulio Vargas al poder. Para la década de 1950 empresas transnacionales estadounidenses idearon el Plan Amazonia para instalarse en la zona y apoderarse de sus recursos naturales. Por el límite norte alentaron el movimiento idependentista de indígenas yanomanis que aspiraban a segregar importantes sectores del territorio brasileño. Luego presionaron al gobierno brasileño para que aceptara declarar el lugar como “Patrimonio de la Humanidad”. Brasil se negó”.
Un poco después, Bruzzone añade: “El proyecto de internacionalización de la Amazonia resurgió en el año 1964, luego del golpe de Estado en Brasil. Un acuerdo entre el gobierno de Castelo Branco con la Academia Nacional de Ciencias de Washington destinado a colocar la región bajo el control de un organismo internacional, fracasó porque el gobernador del estado de Amazonas, Ferreira Reis, se negó a firmarlo y lo denunció. En 1996 el Hudson Institute dictaminó que las casi cuatro quintas partes de América del Sur eran áreas poco aprovechadas económicamente, y por lo tanto debía ser ocupadas por organismos internacionales (…). Elaboró, además, el proyecto de conexión entre las cuencas del Amazonas y del Plata. Al mismo tiempo, 23 misiones religiosas extranjeras, en su mayoría protestantes norteamericanas, se afincaron en los territorios más ricos en oro, diamantes y mineral radioactivo con la excusa de evangelizar a los pueblos indígenas”.
La especialista argentina recuerda, además, que cerca de Manaos, Estados Unidos había conseguido establecer una base militar dentro del territorio brasileño, que tuvo que abandonar en 2003.
Pero Estados Unidos no es el único país que pretende la Amazonia. Declaraciones del actual presidnete francés, Nicolás Sarkozy se ubican en la línea de las que hiciera públicas François Mitterand en 1989, al asegurar que “Brasil necesitaba acostumbrarse a la idea de una soberanía relativa sobre la Amazonia”.
Recientemente, Francia manifestó que considera a su ex colonia de la Guayana Francesa como parte de su territorio. Allí hay una clara puerta de ingreso al Amazonas.
Por su parte, Brasil se dio a la tarea, más intensa que nunca dirante la administración de Luis Inacio “Lula” Da Silva, de establecer bases todo a lo largo de la frontera con sus vecinos.


Todo sea por el bien de los adictos
En 1999 se puso en marcha el Plan Colombia, y pasados once años, resulta sorprendente que con el despliegue militar, tecnológico y económico que implicó, Estados Unidos no haya logrado terminar con el narcotráfico en Colombia. Sin embargo, así es.
Entre el ’99 y 2001, Estados Unidos puso en marcha el Plan Colombia, para establecer bases en ese país, y sumó, después, acuerdos todo a lo largo de la cordillera para lograr presencia militar. Algunos de esos acuerdos, como la base de Manta, en Ecuador, llegaron a su término de manera reciente, y obligaron a repensar la estrategia. Así llegó el acuerdo por siete nuevas bases en Colombia de 2009.


En Colombia, es fundamental la base de Palanquero, ya que como señaló un informe de marzo de 2009, del Air Mobility Command, que cita Bruzzone, desde allí “se puede cubrir casi la mitad del continente en un avión C-17 sin reabastecerlo de combustible”.
La especialista en geopolítica y estrategia argentina asegura que “con el combustible adecuado, el avi´n podría cubrir todo el continente, excepto el Cabo de Hornos”. Y explica que “el C-17 es un gigantesco boeing que es utilizado para el transporte de tropas y armamento pesado a zonas de conflicto y bases norteamericanas alrededor del mundo”.
Así, queda en claro que todo el trabajo dispuesto para erradicar el cultivo de coca y la fabricación de cocaína no dio resultado en una década. Lejos de desmontar el andamiaje y empujar una alternativa fronteras adentro de Estados Unidos, donde con la droga se hace el verdadero negocio, la respuesta de la administración Obama fue la de redoblar (o septuplicar, en realidad) los esfuerzos.


La guerra es la paz
Hasta aquí, un lector desprevenido o ingenuo podría considerar que este tipo de historias, con mucho de teorías conspirativas, están ligadas a otros períodos de la historia norteamericana.
Sin embargo, como muestra de que el problema no tiene nada de nuevo, está la frase del presidente argentino Roque Sáenz Peña (1910-1914), que reza: “la seguridad de los Estados Unidos es la institución más peligrosa del mundo”.
Pero como tampoco el problema no tiene nada de viejo, anacrónico, o caído en desuso, están las gestiones que se han llevado adelante bajo la presidencia de Barack Obama, el premio Nobel de la Paz, que intenta hacer real la frase que George Orwell nos legó a los amantes de la literatura y de la comunicación: “La guerra es la paz” (y de hecho, el Ministerio del Amor era donde se realizaban las torturas).

La base de Palanquero, según una foto del gobierno de Colombia


Elsa Bruzzone demuestra en su libro Las Guerras del Agua, más específicamente de las páginas 106 a 107, que la administración de Obama no se diferencia de las anteriores en los hechos, aunque pudiera, sí, pretender intentarlo en las palabras.
Citando un documento del Air Mobility Command (el “Global en Route Strategy”, y su referencia a la base militar norteamericana en Palanquero, Colombia, la especialista en geopolítica, estrategia y defensa nacional argentina expone que para Estados Unidos la presencia militar en Sudamérica tiene el objetivo de ser un enlace en su ruta hacia el continente africano, a la vez que brindar margen para la operatividad aérea en el propio subcontinente que constituye América del Sur.
Además, apunta que ese “enlace” con África por vía marítima, está dada por el desplazamiento de la IV flota hacia la zona norte de Sudamérica, hecho que se dio en julio de 2008.
Más adelante, Bruzzone menciona el documento Fiscal Year 2010, presentado por el presidente Obama al Congreso norteamericano, y que “incluye 46 millones de dólares para la base Palanquero bajo el fundamento que ‘el Departamento de Defensa busca una serie de acuerdos de acceso para operaciones de contingencia, logística y entrenamiento en Centro y Sudamérica, y estamos discutiendo arreglos para incrementar nuestro acceso en varios países de la región’. Se establece”, sigue la especialista argentina, “además que Palanquero permite tener acceso a todos los países de la región”.
Más adelante, Bruzzone asegura que el mismo texto, enviado por Obama al Congreso, considera a África como “un área crítica para la defensa global estratégica, lo cual hace necesaria a Palanquero en América del Sur, ya que el AFRICOM (el Comando Norteamericano en África) no ha podido convencer aún al gobierno somalí de instalar una base militar”.
No es necesario remontarse demasiado en el tiempo, ni ser memorioso para recordar cómo ha estado justamente por aquellos años 2008 y 2009, Somalía constantemente presente en las noticias, tanto en Sudamérica, como en Europa. La piratería, la crisis interna, y hasta el secuestro de integrantes de la agrupación Médicos Sin Fronteras, pusieron al país en el centro de la picota, curiosamente, en momentos en que Estados Unidos buscaba allí una base militar.
En función de que aquello no avanzaba, y de que Ecuador daba por terminado el acuerdo por la base de Manta, entonces, se hizo necesario aumentar la presencia en Colombia.
Allí surgió el acuerdo del ahora ex presidente Alvaro Uribe con Obama, para la instalación de nuevas bases en suelo colombiano. Claro, nadie podría dudar que el objetivo, como se dijo, es redoblar los esfuerzos para combatir el narcotráfico.
Sin embargo, las bases, cuya autorización ahora deberá evaluar la Suprema Corte colombiana, buscaban sumar condiciones como las que Estados Unidos perdía en la base ecuatoriana de Manta: espacio para aterrizaje de los aviones P-3 Orión, que se usan, oficialmente, y así lo menciona Bruzzone, “para detectar tráfico de narcóticos por el Océano Pacífico”.
Para la especialista argentina y asesora del Congreso Nacional, el objetivo es claramente el de “cerrar el cerco sobre el Amazonas”.
Y por eso, recordó que a los esfuerzos por aumentar la presencia en el sector norte de Sudamérica, se añaden presiones que “durante varios años ejerció el gobierno norteamericano sobre los gobiernos argentino y boliviano para instalar bases militares en la provincia de Misiones (Argentina) cerca de la zona conocida como Triple Frontera, y a orillas del río Itonamay en Bolivia”.


Fuentes:
“Las Guerras del Agua”, de Elsa Bruzzone. Editorial Capital Intelectual.
“Blanca y radiante (Mafias, poder y narcotráfico)”, de Gabriel Pasquini. Editorial Planeta.
Taringa (
www.taringa.com)
Revista Contracultural (
www.revistacontracultural.bloggspot.com)
Secretaría de Prensa, Gobierno de Colombia (
web.presidencia.gov.co)

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