A partir de esta sexta entrega del informe especial “Agua que no has de beber”, será justamente el agua el tema central de las restantes apariciones de la serie, dejando (aunque nunca del todo) de lado el tema de los recursos naturales, cuyo interés es aún mayor y más urgente que el del agua por parte de empresas multinacionales y grandes economías mundiales.
Pero de agua se trata este informe, y de los conflictos que por ésta podrían suscitarse, debido a la poca cantidad que de ella queda en algunas regiones del globo, y a la abundancia en otras.
Así, esta mirada es la que se ajusta al título de esta sexta entrega: “¿Quién es el rico? ¿Quién es el pobre?”. Y es que regiones del planeta como Europa, donde –salvando la más reciente crisis- se encuentran muchas de las mejores y más afianzadas economías, en realidad son pobres si se las “tasa” desde la presencia de recursos naturales, o de recursos esenciales como el agua dulce y potable.
En cambio, las que estas economías califican habitualmente como economías subdesarrolladas, o en vías de desarrollo. Los llamados “países pobres”, son de una riqueza abrumadora en lo que a recursos naturales y reservas de agua se refiere.
El metro cuadrado de suelo cotiza mucho más en Berlín, Londres o parís, que en cualquier capital africana, o en la mayor parte de los territorios sudamericanos. Ni hablar si se comparan valores entre la isla de Manhattan y un metro cuadrado cualquiera de la selva amazónica.
Sin embargo, Manhattan fue comprada a los indios que habitaban suelo norteamericano por poco más de una veintena de dólares, y hoy es uno de los lugares más caros del planeta, aún cuando escarbando en el suelo, poco podría obtenerse.
Es por eso que los desembolsos enormes para la compra de tierras en territorios sudamericanos, o africanos, por parte de grandes inversores extranjeros, deben mirarse con atención.
Europa se seca
Para comenzar a abordar la cuestión de la distribución mundial del agua, es necesario partir del llamado “viejo continente”, el que probablemente concentra buena parte de las mayores riquezas y las más afianzadas y organizadas economías del mundo.
Noticias recientes que cualquiera puede recordar hablan de la merma en las reservas de agua en España, de las operaciones que Francia debió realizar frente a sus costas del Mediterráneo para buscar agua en el subsuelo marino.
Están las reiteradas comparaciones respecto a cuánta es el agua que a diario consumen familias en los países sudamericanos, y cuánta es la que se consume en Europa.
Y, en definitiva, es que Europa es quizá la región del planeta más afectada por la distribución de las reservas de agua subterránea, que no parecen beneficiarla al echar una mirada hacia el futuro.
Sin embargo, no es menos cierto que como lo ha hecho hasta ahora, el “viejo continente” tampoco cuida el recurso, no se da a la tarea de evitar los agravamientos de la contaminación de cursos y de otras aguas superficiales. Y no pone en marcha planes de contingencia, que si bien son de alto costo, no lo representan para las economías europeas en la medida en que podrían representarlo para otros países.
Si bien es cierto que en Europa, agua hay, y lo da cuenta la existencia de 71 cuencas fluviales transfronterizas, así como de un centenar de acuíferos, Elsa Bruzzone destaca en su libro “Las Guerras del Agua” que el estado “de sus recursos hídricos, superficiales y subterráneos, oscila entre los grave y lo crítico”.
Bruzzone, la profesora de historia, y especialista en geopolítica, estrategia y defensa que asesora ad honorem al Congreso Nacional argentino, añade: “De cada 55 ríos, sólo 5 no están contaminados”.
“La escasez de agua potable es crítica en España, sur de Italia, Grecia y los Balcanes, parte de Holanda, Alemania, Países bajos e Inglaterra. En el resto, la situación es considerada grave”, destaca Bruzzone en su libro.
Los por qué
A la hora de repasar razones que hayan llevado a la actual situación, una de la principales es la explotación irracional del recurso, la contaminación producida por las industrias petroquímicas, el uso de agrotóxicos en la agricultura, la devastación de los bosques y florestas naturales. Y se suma la influencia de la lluvia ácida”.
Pero no todas son pálidas. Así como en distintos medios de prensa de los países europeos pueden encontrarse (web mediante) datos sobre distintas tratativas, proyectos, o programas en busca de soluciones, también es válido recordar la Directiva del Tratamiento Residual del Agua Urbana que firmaron los quince países miembros de la Unión Europea en 1991, y mediante la cual buscaban poner fin a la contaminación de las aguas.
Claro que la meta inicial de contar con sistemas de tratamiento para todas las aguas residuales en el año 2005 no se cumplió. Y se invirtieron 200 billones de euros, primeros, y otros 200 billones, a partir de 2002, cuando el acuerdo se amplió a los –por entonces-veinticuatro países miembros de la Unión.
Pero de agua se trata este informe, y de los conflictos que por ésta podrían suscitarse, debido a la poca cantidad que de ella queda en algunas regiones del globo, y a la abundancia en otras.
Así, esta mirada es la que se ajusta al título de esta sexta entrega: “¿Quién es el rico? ¿Quién es el pobre?”. Y es que regiones del planeta como Europa, donde –salvando la más reciente crisis- se encuentran muchas de las mejores y más afianzadas economías, en realidad son pobres si se las “tasa” desde la presencia de recursos naturales, o de recursos esenciales como el agua dulce y potable.
En cambio, las que estas economías califican habitualmente como economías subdesarrolladas, o en vías de desarrollo. Los llamados “países pobres”, son de una riqueza abrumadora en lo que a recursos naturales y reservas de agua se refiere.
El metro cuadrado de suelo cotiza mucho más en Berlín, Londres o parís, que en cualquier capital africana, o en la mayor parte de los territorios sudamericanos. Ni hablar si se comparan valores entre la isla de Manhattan y un metro cuadrado cualquiera de la selva amazónica.
Sin embargo, Manhattan fue comprada a los indios que habitaban suelo norteamericano por poco más de una veintena de dólares, y hoy es uno de los lugares más caros del planeta, aún cuando escarbando en el suelo, poco podría obtenerse.
Es por eso que los desembolsos enormes para la compra de tierras en territorios sudamericanos, o africanos, por parte de grandes inversores extranjeros, deben mirarse con atención.
Europa se seca
Para comenzar a abordar la cuestión de la distribución mundial del agua, es necesario partir del llamado “viejo continente”, el que probablemente concentra buena parte de las mayores riquezas y las más afianzadas y organizadas economías del mundo.
Noticias recientes que cualquiera puede recordar hablan de la merma en las reservas de agua en España, de las operaciones que Francia debió realizar frente a sus costas del Mediterráneo para buscar agua en el subsuelo marino.
Están las reiteradas comparaciones respecto a cuánta es el agua que a diario consumen familias en los países sudamericanos, y cuánta es la que se consume en Europa.
Y, en definitiva, es que Europa es quizá la región del planeta más afectada por la distribución de las reservas de agua subterránea, que no parecen beneficiarla al echar una mirada hacia el futuro.
Sin embargo, no es menos cierto que como lo ha hecho hasta ahora, el “viejo continente” tampoco cuida el recurso, no se da a la tarea de evitar los agravamientos de la contaminación de cursos y de otras aguas superficiales. Y no pone en marcha planes de contingencia, que si bien son de alto costo, no lo representan para las economías europeas en la medida en que podrían representarlo para otros países.
Si bien es cierto que en Europa, agua hay, y lo da cuenta la existencia de 71 cuencas fluviales transfronterizas, así como de un centenar de acuíferos, Elsa Bruzzone destaca en su libro “Las Guerras del Agua” que el estado “de sus recursos hídricos, superficiales y subterráneos, oscila entre los grave y lo crítico”.
Bruzzone, la profesora de historia, y especialista en geopolítica, estrategia y defensa que asesora ad honorem al Congreso Nacional argentino, añade: “De cada 55 ríos, sólo 5 no están contaminados”.
“La escasez de agua potable es crítica en España, sur de Italia, Grecia y los Balcanes, parte de Holanda, Alemania, Países bajos e Inglaterra. En el resto, la situación es considerada grave”, destaca Bruzzone en su libro.
Los por qué
A la hora de repasar razones que hayan llevado a la actual situación, una de la principales es la explotación irracional del recurso, la contaminación producida por las industrias petroquímicas, el uso de agrotóxicos en la agricultura, la devastación de los bosques y florestas naturales. Y se suma la influencia de la lluvia ácida”.
Pero no todas son pálidas. Así como en distintos medios de prensa de los países europeos pueden encontrarse (web mediante) datos sobre distintas tratativas, proyectos, o programas en busca de soluciones, también es válido recordar la Directiva del Tratamiento Residual del Agua Urbana que firmaron los quince países miembros de la Unión Europea en 1991, y mediante la cual buscaban poner fin a la contaminación de las aguas.
Claro que la meta inicial de contar con sistemas de tratamiento para todas las aguas residuales en el año 2005 no se cumplió. Y se invirtieron 200 billones de euros, primeros, y otros 200 billones, a partir de 2002, cuando el acuerdo se amplió a los –por entonces-veinticuatro países miembros de la Unión.

Desde hace 40 años, España posee la primera planta de desalinización de agua de mar de Europa
Bruzzone, que no se introduce demasiado en la situación europea, apunta que: “estudios recientes (en su libro, que es de 2009) confirman que los principales cuerpos de agua europeos están severamente dañados y que la situación se agrava. Un caso especial lo constituye Rusia”, dice, “que cuenta con grandes reservas de agua dulce”.
La necesidad ha llevado a Europa a sumarse a aquellos que des-salinizan agua de los mares. En su caso, son España e Italia los más involucrados en la práctica.
En cifras globales, Europa genera el 13 por ciento del total mundial de agua des-salinizada que se obtiene para el consumo de sus habitantes. El problema con este tipo de procedimientos, sin embargo, radica en dos aspectos. Quizá tres. Por un lado, los altos costos, por el otro, los desechos de los químicos y otros elementos usados en el tratamiento de aguas.
Pero, como tercer factor, el deshecho de salmuera que genera la desalinización, y que, hasta el momento, no encuentra aplicativo.
Fuentes:
“Las Guerras del Agua”, de Elsa Bruzzone. Editorial Capital Intelectual.
Diario El País, España.
Fuentes propias

No hay comentarios:
Publicar un comentario