Buscar en este blog

Seguí cada vez mejor informado

Seguí cada vez mejor informado

jueves, 4 de agosto de 2011

Los indignados israelíes: “mucho más que una locura de estudiantes”


Por Emiliano Cotelo –EC–*) Comenzaron con unas pocas carpas en una calle céntrica de Tel Aviv. El movimiento fue creciendo y este fin de semana ya era lisa y llanamente multitudinario.

Unas 150 mil personas se manifestaron el sábado en varios puntos de Israel y no en relación al conflicto con los países vecinos ni tampoco al tema palestino. Esta vez, se trata de una protesta social.

Son los “indignados” israelíes que tienen exigencias económicas diversas y, aunque los análisis varían acerca de lo que será el desenlace final de la situación actual, en Israel ya se habla de un fenómeno sin precedentes.

¿Qué está pasando? ¿Cómo es esa situación? Vamos a conversarlo con nuestra corresponsal en Israel, Ana Jerozolimski.

Hace semanas que los medios de prensa de Israel se ocupan casi exclusivamente de temas de orden socioeconómico, han dejado como a un lado lo relativo a los problemas de seguridad y al conflicto político. ¿Qué es lo que está ocurriendo?


Ana Jerozolimski:

Sin duda una gran ola de protestas que comenzó con algo que quizás algunos pensaban que era pintoresco, con unas carpas y tiendas de campaña en el medio del Boulevard Rothschild de Tel Aviv. Pensando en algo parecido, no de aspecto sino en cuanto a lo céntrico, sería como la calle 21 de Setiembre. Pero luego quedó claro que no era una locura de estudiantes protestando por la carestía de la vivienda y lo difícil que es alquilar un departamento en el centro de Tel Aviv. Esto fue creciendo, y si bien lo central sigue siendo la discusión sobre la carestía de la vivienda –por supuesto también para comprar pero aquí el énfasis se pone en el tema de alquilar un departamento por parte de parejas jóvenes– se fueron agregando otros sectores. Los médicos ya estaban en huelgas parciales en protesta por reivindicaciones. Salieron otros grupos, como por ejemplo madres con carritos de bebé, en diferentes ciudades hubo marchas multitudinarias de parejas jóvenes con sus carritos de bebés protestando por lo caro de los productos y los servicios relacionados a la cría de los niños. Además, ayer hubo una manifestación en Tel Aviv de gente que tiene tambos, más que nada en comunidades colectivas. O sea que es una protesta por diferentes problemas, cada uno con sus exigencias, pero sin duda es una protesta de orden socioeconómico.


EC – Veía alguno de los análisis que sintetizan la cosa en estos términos: quieren saber cómo es que han terminado en una situación en la que tienen “precios suizos y salarios griegos”. ¿Cómo es esto? ¿Por qué han surgido estos problemas ahora por los cuales se está protestando?


AJ – Quizás eso del salario griego es un poco exagerado. No es que domine la escala de salarios de Grecia, pero te diré una cita bastante interesante de uno de los manifestantes de hace unos días, un hombre relativamente joven que decía: “Mi esposa y yo ganamos más del promedio, pero si tenemos que pagar alquiler en una zona céntrica, donde trabajamos, se nos termina el sueldo”.


Un ejemplo que salió en una de las publicaciones económicas de Israel hace pocos días: en 2008, para comprar un departamento promedio en Tel Aviv el ciudadano israelí necesitaba 104 sueldos; hoy en día necesita 150 sueldos. Evidentemente son cosas muy generales, porque hay muchos matices, Tel Aviv es una cosa, uno se aleja un poco o se va hasta la periferia y es otra muy distinta, pero es para dar una idea de lo que está pasando.


¿Y por qué justo ahora? Es difícil analizar exactamente el proceso de por qué todo se va juntando. Porque primero empezó esto de los estudiantes, ahora en verano, que comienzan las clases nuevamente en octubre y está todo ese círculo de que hay que buscar vivienda para el nuevo año de estudio, para aquellos que no están en dormitorios estudiantiles. Cuando una protesta va tomando ímpetu en la calle se suman otros sectores, pero el problema por supuesto no empezó ahora y tampoco empezó solo con el Gobierno actual de Benjamin Nethanyahu.


EC – Ayer vimos las imágenes que llegaban desde El Cairo sobre la apertura del juicio al expresidente de Egipto Hosni Mubarak. ¿Te parece que lo que está pasando en Israel tiene algo que ver con toda esa ola de disconformidad que desde fines del año pasado agita a varios de los países árabes?


AJ – Yo creo que lo único en lo que podemos trazar un paralelismo es en lo relacionado a ese aire de protesta, a ese aire de que el pueblo sale para ver si cambia algo. La situación en el fondo es totalmente diferente. Si bien también en Egipto se habló de reivindicaciones económicas y no solo de democracia, la situación es tan diferente entre Egipto –y otros países árabes– e Israel que realmente es difícil hallar puntos de similitud. Acá son protestas amplias, con diferentes grados de furia. Hay sectores sumamente decididos a seguir hasta el último recurso que puedan tener, pero se trata de reivindicaciones económicas y no de gente hambrienta que sale a la calle. Son protestas en el marco de un Estado democrático, donde eso es posible. Y tampoco es algo nuevo, aunque sí en la dimensión en que está pasando ahora. Porque en general se decía que el israelí promedio es más indiferente, es menos de salir de la comodidad de su casa para protestar en la calle salvo sobre temas políticos relacionados al conflicto, que sí han sacado a cientos de miles a las calles –especialmente a una plaza central en Tel Aviv– en diferentes circunstancias. Además, por suerte, el hambre en Israel es algo muy diferente a lo que lamentablemente se conoce en América Latina o en algunos países del mundo árabe. El entorno general es diferente, pero sí está ese aire de que se puede salir, de que se puede protestar y cambiar algo cuando la gente se une.


EC – ¿Y podemos hablar de una revuelta o ese término es exagerado?


AJ – Creo que es demasiado exagerado por ahora, pero sí podemos hablar de algo que al menos al principio estaba preocupando al Gobierno. Si bien hace unos días el primer ministro Benjamin Nethanyahu dio la sensación de que la cosa estaba pensando y no iba a crecer más, ya se está organizando una tercera manifestación multitudinaria para este sábado. El sábado pasado, como bien dijiste al principio, aproximadamente 150.000 personas salieron a las calles. Lo más grande fue en Tel Aviv, pero hubo varios focos más en varias ciudades del país desde el norte hasta el sur. En este sentido, es un fenómeno social al cual el Gobierno debe prestarle atención. Creo que es exagerado llamarle revuelta, pero sí es algo que no fue un mero capricho de algunos estudiantes que dijeron “aprovechemos las vacaciones para instalarnos en las carpas, porque es pintoresco u original”. Es mucho más que eso.

EC – La sociedad israelí suele debatir mucho los temas que le preocupan, y de por medio aparece el corte entre izquierda y derecha. En esto que está ocurriendo ahora y que tú estás analizando, ¿ese corte también se da o es de otro estilo la cosa?


AJ – Como siempre, al principio es casi inevitable que surja eso de izquierda o derecha, de quién lo está organizando o quién está detrás de tal o cual protesta. Era interesante oír las aclaraciones de los propios organizadores de la protesta –que son estudiantes y parejas jóvenes, no gente conocida como líderes– aclarando que aquí hay una “izquierda social” y que eso no tiene necesariamente que ver con la división entre izquierda y derecha en cuanto a temas políticos o al conflicto entre Israel y los palestinos por ejemplo. Pero como entre los manifestantes salió gente con banderas rojas y también hubo carteles que tenían un tono muy relacionado a la discusión política interna, y no solo sobre los temas socioeconómicos, hubo grupos que dijeron que esto apunta para un lado, que es contra el Gobierno. Entonces, muchos de los líderes salieron a decir que esto es claramente político pero que eso no quiere decir que sea partidario. Izquierda social en lo relacionado a reivindicaciones socioeconómicas sí, pero creo que esto realmente cruza las líneas partidarias, hay gente de izquierda y de derecha. No es que uno exteriormente pueda identificarlos, pero se ha visto gente que votó a Netanyahu o al Likud –el partido de Netanyahu– y que igualmente considera que la política económica actual no está bien. Y evidentemente de fondo está el tema de la ideología desde el punto de vista económico. Netanyahu está a favor de una sociedad de libre mercado, evidentemente no es un socialista en cuanto a su ideología económica, o sea que también se tocan esos puntos. Pero es algo diferente a la izquierda y la derecha en los términos que conocemos cuando se habla, por ejemplo, del conflicto entre Israel y los palestinos.


EC – Algo ya dijiste, pero ¿de qué manera están reaccionando el sistema político y, eventualmente, el Gobierno? ¿Qué medidas pueden surgir, qué cabe esperar en esa materia?


AJ – Yo pienso que no una respuesta revolucionaria que cambie de lleno la situación de inmediato. Primero porque el tema central que está sobre el tapete, esto de la vivienda, no se soluciona en unos meses, es cuestión de políticas de construcción. Son procesos que llevan bastante tiempo, según dicen los entendidos en la materia.


Pero además, en cuanto a la reacción al principio mi sensación era que la coalición de Gobierno estaba medio asustada. Un indicio de eso fue que el presidente de la Knéset (Parlamento), Reuven Rivlin, en determinado momento sugirió que se acortara el receso parlamentario, que empieza ahora en el verano, por la situación actual. Al final se decidió no acortarlo, pero creo que originalmente esa fue una señal de que el Gobierno fue tomado por sorpresa.


Ahora Netanyahu da la sensación de que no cree que esto pase a mayores, quizás en parte porque empezó a haber discrepancias entre los propios líderes de esta protesta social. Creo que ellos cometieron errores, por ejemplo al exigirle a Netanyahu que hubiera negociaciones totalmente abiertas, filmadas ante una cámara de televisión. Ante esto, el propio presidente de la Confederación General de Trabajadores de Israel, que es el mayor organizador de huelgas en el país, salió a decir que, con todo el respeto a la protesta –que además él apoya–, el primer ministro fue electo, mientras que a los líderes de esta revuelta no los eligió nadie. Y dijo que le parecía que no correspondía que, a las dos semanas de estar en las calles, dijeran que cada palabra del primer ministro debía ser filmada para mostrar si miente o no. O sea que errores de ese tipo también influyeron. Creo que Netanyahu maniobra entre una sensación de que puede controlar las cosas, de que no van a pasar a mayores, y, al mismo tiempo, de que tiene que dar pasos para responder a algunas exigencias y tratar de calmar las aguas.

*Contacto con Ana Jerozolimski, corresponsal de En Perspectiva en Israel. Publicado por y Espectador, Uruguay (www.espectador.com). Foto APCS -Agencia Popular de Comunicación Suramericana- (www.apc-suramerica.net).

Los indignados israelíes: “mucho más que una locura de estudiantes”SocialTwist Tell-a-Friend

No hay comentarios:

Publicar un comentario