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jueves, 20 de octubre de 2011

Cada cuatro minutos muere un bebé en Pakistán


A manera de introducción de la nota que publica Periodismo Humano, y que redactó Zofeen Ebrahim, es imposible evitar un brevísimo comentario: Este es el país que liberó Estados Unidos de los talibán. Ahora, como bien plantea la nota, los datos actuales de este “país libre” son peores que los de hace 60 años, lo cual deja a las claras que las tan mentadas “liberaciones”, si no llegan con soluciones reales, siquiera se sostienen como mentira, después de que obviamente quedara en claro en la primera instancia –en este y otros casos-, que el interés real es el económico.

El siguiente es el texto de la nota de Zofeen Ebrahim:

Un recién nacido muere cada cuatro minutos en Pakistán. Pero no siempre fue así. En los años 50, una fuerte política de población puso a este país en el segundo lugar en las dos décadas siguientes en mejor atención de salud infantil en Asia meridional, detrás de Sri Lanka. La situación se deterioró de forma considerable luego de esos años y los indicadores en materia de salud con madres, menores y recién nacidos empeoraron.

Pakistán es uno de los cinco países donde ocurren más de la mitad de las muertes de neonatos del mundo, señala un estudio de 20 años realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), Save the Children y la London School de Higiene y Medicina Tropical. Los otros son India, Nigeria, China y República Democrática del Congo.

En Pakistán mueren 42 neonatos cada 1.000 nacidos vivos, bastante por encima del promedio mundial de casi 24. Con la atención mundial concentrada en la salud materna e infantil, los recién nacidos se suelen pasar por alto, señala el informe publicado el 30 de agosto por la revista PLoS Medicine.

En cambio China, que en los años 50 tenía tasas de mortalidad neonatal e infantil mayores que Pakistán, mostró un progreso considerable. Ese país logró disminuir en dos tercios la mortalidad neonatal, de 24,7 a 9,3 por 1.000 nacidos vivos entre 1996 y 2008.

El éxito sin precedentes de China obedece a una intervención en dos áreas, favorecer el acceso a la atención obstétrica en zonas rurales y promover los partos hospitalarios, según un estudio realizado durante 12 años por la Universidad de Pekín y la London School. Las dos medidas y, en especial, los partos hospitalarios resultaron muy exitosos, concluyó el estudio. El lugar donde se realiza el parto marca la diferencia, señala. Pero los especialistas alertan que la situación mejorará solo si “se brinda una asistencia neonatal de alta calidad” en los primeros días después del nacimiento.

Dos de cada tres mujeres tienen a su hijo en su casa, por lo general con la ayuda de una comadrona. Los partos domiciliarios pueden generar complicaciones para la madre y para el recién nacido. ”La atención que reciben los recién nacidos en muchas zonas rurales de Sindh puede resultar perjudicial”, señaló Fizza Qureshi, quien trabajó capacitando parteras tradicionales en esa provincia.

Entre las prácticas perniciosas se encuentra la utilización de una pasta hecha de kohl (antimonio), aceite y bosta de vaca, supuestamente para mejorar la cicatrización del ombligo del bebé. Se descarta el calostro (la primera sustancia que sale del seno de la madre después del parto) y se les da miel con un mejunje de hierbas o “kheer” (leche cocida con arroz y azúcar), indicó Qureshi. ”En la mayoría de las aldeas de Sindh, se da a los recién nacidos leche de cabra, considerada más liviana que la de vaca, y de búfalo, porque se cree que la madre no produce suficiente cantidad en los tres primeros días”, apuntó Qureshi. En las localidades con comadronas capacitadas se registran mejoras, apuntó.

Las consecuencias de los efectos positivos de las parteras capacitadas sobre la mortalidad materna y neonatal es escasa y cuestionable, “la mayoría procedente de pequeños proyectos bien controlados”, indicó Farid Midhet, fundador de Safe Mothehood Pakistan (maternidad segura).

En los años 80 y 90, el gobierno capacitó a más de 60.000 comadronas, indicó Midhet. “Casi todas las organizaciones no gubernamentales hicieron lo mismo en algún momento a lo largo de los años”, puntualizó. Experiencias similares se han repetido en otros países en desarrollo, indicó. “La evidencia acumulada indica que las parteras tradicionales capacitadas no tienen ningún impacto sobre la mortalidad materna o neonatal”, remarcó. Se mantiene la estrategia para ofrecer “algo” de asistencia donde no hay.

La única forma de disminuir las muertes de recién nacidos es reemplazar a las comadronas por parteras egresadas de un centro de formación terciaria. Indonesia y Malasia hicieron eso y tuvieron éxito, indicó Shershah Syed, ginecólogo obstetra de Karachi.

Muchas parteras agarran al recién nacido de los pies, cabeza abajo, y lo palmean para ayudarlo a respirar, indicó. “El conocimiento científico sobre resucitación de recién nacidos como refregar al bebé para secarlo y utilizar un dispositivo simple de ventilación pueden servir para salvar la vida, pero eso no lo saben las comadronas“, dijo.

Se hizo un experimento de recurrir a parteras recibidas en el distrito de Tando Allah Yar, en la provincia de Sindh, con resultados exitosos. ”Llevamos parteras formadas a un centro estatal de madres con sus hijos, donde solo había uno o dos partos por mes. Nos sorprendió que aumentara la cantidad de nacimientos de forma inusual”, indicó.

Las madres reciben atención de calidad, se acercarán a una maternidad, apuntó. Pero Farid insistió en que las parteras no pueden salvar a la madre ni al recién nacido “a menos que se ponga a alcance de todo el mundo asistencia obstétrica y neonatal de emergencia” en los centros de salud.

De Periodismo Humano (http://periodismohumano.com)

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