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martes, 10 de enero de 2012

Kenia: los pozos siguen cambiando vidas



(Por Protus Onyango) Tanto en el ámbito rural como urbano, muchos kenianos se ven obligados a caminar 30 kilómetros o más para recolectar agua de ríos, arroyos o pozos. Más de 80 por ciento de los 40 millones de habitantes de este país del Cuerno de África no tienen acceso directo a agua potable, según la Organización Mundial del Agua. Los que viven en las secas regiones norte y este, así como en el valle del Rift, pasan días sin agua para uso doméstico y para el ganado, principal sostén económico del país.
Los enfrentamientos en los puntos donde hay agua son habituales, y las mujeres que deben salir a altas horas para recolectarla corren riesgo de ser violadas. La carencia de ese recurso vital “está asociada con la alta tasa de mortalidad entre niños y niñas menores de cinco años, principalmente debido a las enfermedades que se transmiten por el agua como la diarrea, la malaria y la disentería amebiana”, explica el médico Joram Mwangi, del Hospital Moi de Enseñanza y Derivación, de la occidental ciudad de Eldoret. La mayoría de los kenianos deben administrar lo poco que tienen de agua para cocinar y bañarse.
“Lavar y bañarse es un problema. A veces pasamos hasta tres días sin ducharnos, porque el agua es muy cara. De hecho, más cara que la comida”, cuenta la aldeana Gaudensia Achieng, de Kondele, en las afueras de la ciudad de Kisumu y cerca del lago Victoria. Paradójicamente, el Victoria es el segundo lago más grande de agua dulce del mundo.
El Ministerio de Agua e Irrigación transfirió la administración y la operación de los servicios a las Juntas de Servicios de Agua en 2005. El gobierno ha sido culpado por el fracaso del sistema. “El gobierno debería recolectar agua de lluvia, que se desperdicia durante la temporada de precipitaciones, y usarla con fines domésticos y agrícolas”, opina el profesor de conservación ambiental Martin Keya, de la Universidad Jomo Kenyatta de Agricultura y Tecnología.
“También debería conservar sus torres de agua, que se erosionan diariamente, y desalentar la subdivisión de la tierra, que afecta el suelo y hace que la población se traslade a los bosques”. Añadió que el gobierno debería capacitar a los pueblos nómades en prácticas de irrigación, proveerles insumos agrícolas como fertilizantes y semillas, y trabajar con organizaciones no gubernamentales, comunidades y cooperativas para cavar pozos en todo el país.
Gracias a la intervención de la organización ActionAid, toda una división del valle del Rift tiene agua, y ahora sus habitantes se pueden dedicar a la agricultura. La felicidad está escrita en el rostro de Loice Kitilil, una de los residentes de la división Tangulbei. Atrás quedaron los días en los que debía caminar hasta 20 kilómetros en busca de agua, cargando a su hijo en la espalda. Cansada de las duras condiciones de vida en la división, Kitilil se unió a otras 27 mujeres y 22 hombres para crear el programa comunitario Kadokoi en 2009.
Tangulbei es una zona seca del valle del Rift, a unos 350 kilómetros de Nairobi. La división tiene 40.000 habitantes. Las divisiones y los distritos son unidades administrativas de Kenia.Una sequía en la zona mató a varias personas y animales. Los habitantes son nómadas que dependen del ganado para su subsistencia. A las mujeres no se les permite tener propiedades y deben quedarse en sus hogares criando a los hijos y realizando tareas domésticas. En este contexto, el grupo comunitario de Tangulbei decidió, a través de su comité, presidido por Philemon Akwija, solicitar ayuda a ActionAid.
La organización respondió cavando un pozo y proveyendo un tanque de agua y paneles solares, en tanto que los miembros del grupo aportaron piedras, arena y balasto para construcción. Finalmente, más de 3.000 familias pudieron recibir agua potable. “Fue como un milagro para mí. No podía creer que ahora podía caminar solo 20 metros para conseguir agua, en vez de 20 kilómetros que solía recorrer antes”, dijo Julia Montii, directora del grupo.
Pero los “milagros” no terminaron allí. A comienzos de 2011, funcionarios de Sistemas Agrícolas de Kenia, una organización local especializada en agricultura, llegó con más buenas noticias. Le informaron al grupo que podrían utilizar el agua en sistemas de irrigación. “No sabíamos nada de agricultura, pero los funcionarios de ActionAid y de Sistemas Agrícolas nos enseñaron lo básico y nos dijeron que adoptáramos un sistema de irrigación por goteo, que según ellos era ideal para nuestra zona”, recuerda el vicepresidente del grupo, William Akeno. “Nosotros entonces recolectamos el dinero para alquilar un tractor con el fin de cultivar una hectárea cerca del pozo”, agregó. El grupo luego recibió semillas del gobierno, y ahora la granja produce cebollas, tomates y coles. “Empezamos a recolectar nuestras cosechas el mes pasado. Somos los únicos proveedores de cebollas, coles y tomates en toda la división. Ganamos un promedio de 700 chelines (8,25 dólares) a diario. A veces vendemos y a veces le damos los vegetales gratuitamente a nuestros miembros”, indicó Motti.
Esther Orot, integrante del grupo, es ahora una mujer muy feliz. “Mi familia solía pasar hambre durante días por la falta de verduras. Teníamos que pedirle al conductor de un matatu (minibus) que nos comprara verduras en Marigat, a 80 kilómetros de distancia. A veces los pasajeros del minibus no regresaban, o volvían diciendo que no habían encontrado verduras y que el dinero se había perdido”, contó a IPS.
Durante una visita al sitio del proyecto, el consejero internacional de ActionAid para Emergencias y Conflictos en África Oriental, Central y Austral, Geoffrey Okoth, elogió los resultados. “Es un modelo exitoso que podemos replicar en toda la región para fortalecer la capacidad de las comunidades contra desastres como el hambre. Si plantando una hectárea puedes cosechar esto, entonces significa que con buenos métodos agrícolas se puede obtener más”, dijo a IPS.


De Periodismo Humano (www.periodismohumano.com)
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