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martes, 21 de septiembre de 2010

Informe Especial, “Agua que no has de beber”: Ocho – Las mil realidades asiáticas

Tan vasto como es, y con la enorme variedad de realidades políticas, sociales y culturales que lo componen, el continente asiático no es menos complejo en lo que hace a la realidad de sus recursos hídricos, la accesibilidad de sus poblaciones al agua potable, o incluso, sus reservas subterráneas de agua dulce.
Rusia, uno de los dos “gigantes” del continente, es uno de los sectores que cuenta con las más importantes reservas subterráneas de agua dulce. Y posee el Acuífero del Oeste Siberiano, que es considerado el más grande del mundo -aunque la Gran Cuenca Artesiana de Australia, o el recientemente descubierto Alter de Chao, en la Amazonia, según algunos especialistas, le disputen el puesto-.
Los datos conocidos respecto del Acuífero del Oeste Siberiano revelan que tendría un volumen estimado de 1 millón de kilómetros cúbicos de agua, y una superficie aproximada de 3.200.000 kilómetros cuadrados.
Sin embargo, muy cerca de allí, en Asia Central, el Mar de Aral es un ejemplo en sentido contrario.
“Cinco países (Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán) componen la cuenca del mar de Aral, donde vive el 80 por ciento de la población de la región de Asia Central”, dice Elsa Bruzzone, la especialista en geopolítica, estrategia y defensa nacional argentina. Y añade que “el Mar de Aral se está secando debido a la contaminación producida por los elementos químicos que se utilizan en Uzbekistán para el lavado de algodón, el principal producto económico del país”.
Esa no es la única razón. En tiempo de la Unión Soviética, que los cinco países integraban, Rusia desvió tributarios del Mar de Aral para regar sus propias zonas de cultivo, en detrimento de las de sus vecinos.
Ahora bien, en datos concretos, las consecuencias de lo que está ocurriendo en el Mar de Aral sirven como ejemplo de lo que podría pasar en otros lugares del planeta, de seguir el mismo camino.
Bruzzone cita al director de la Maternidad de Aralsk, quien, dice, “manifestó a periodistas de BAC y del Correo de la UNESCO, que la salud de las mujeres en edad fértil se degrada constantemente a causa de la mala calidad del agua potable”, o que “el número de embarazos no ha variado, pero ha aumentado el de abortos (espontáneos) y el de niños nacidos muertos o con malformaciones”.
La región presenta problemas de escasez y contaminación de agua a nivel superficial.


El sur… ¿también existe?
En la región sur del continente asiático, la realidad está lejos de ser auspiciosa. El panorama de es baja accesibilidad de la población al agua potable, aún cuando hay acuíferos subterráneos, y redes de ríos y arroyos que se recargan con facilidad y periodicidad con lluvias o deshielos.
Países como la India se ven afectados, además, por graves problemas de contaminación. Allí, Bruzzone destaca que éste es “un gravísimo problema”. Y que “los catorce sistemas fluviales del país están muy contaminados”.
En India, Bangladesh y Nepal, la contaminación de aguas subterráneas con arsénico se convirtió en un problema más que grave. Esa realidad es el resultado de la falta de control sobre los vertidos industriales, principalmente de las industrias farmacéutica, y de las textiles.
En algunas zonas de Nepal, así como en Sri Lanka, la contaminación está dada por nitratos en las aguas subterráneas, y en sector de India por fluoruro.
En las Maldivas, la sobreexplotación de los reservorios subterráneos generó la intrusión de agua salina en los acuíferos costeros.


En Java e Indonesia, la industria textil ha provocado graves daños ambientales, y la consecuencia directa es la alarmante –y creciente– merma en la cantidad de peces en lagunas.
Pakistán sufría de salinidad y saturación hídrica hasta 2009, y las gravísimas inundaciones registradas recientemente durante este año, tendrán consecuencias altamente peligrosas, sobre las que no es posible, aún, hacer una estimación.
Sin embargo, lo que está claro, y así lo planteaba Bruzzone en su libro editado al promediar 2009, es que “la mayoría de las víctimas fatales por beber agua contaminada son niños y mujeres pobres, que recurren a pozos poco profundos para obtener agua potable”.
“En Asia, 500 millones de personas beben o tienen riesgo de beber agua subterránea contaminada con arsénico. Según los expertos, se trata del mayor envenenamiento masivo de la historia. En Bangladesh, Camboya, India, Myanmar y Vietnam esta exposición crónica al arsénico causa miles de muertes por cáncer cada año, según la Organización Mundial de la Salud”.


El agua no tiene religión
Detrás del problema político y religioso que existe en Medio Oriente, entre Israel y sus vecinos, también se esconde el problema del agua y su disponibilidad.
Para Siria, Líbano e Israel, el río Jordán es una de las más importantes fuentes de agua superficial, y el hecho de que los países árabes pudieran ponerse de acuerdo para administrarlo, así como a sus afluentes, en su propio territorio, podría generar importante problemas para Israel.
El otro escenario de conflicto es el de las aguas subterráneas, que se encuentran básicamente, en los sectores ocupados de Cisjordania. Entre los muchos otros puntos que traban los procesos de paz, y el reconocimiento de la existencia de un estado palestino, se encuentra el del agua, su extracción y su disponibilidad, dada la estratégica ubicación subterránea.
Bruzzone traza una radiografía de la zona: “En los países de Medio Oriente, la Península Arábiga e Irán, el agua subterránea es de gran importancia, ya que los recursos hídricos superficiales no son abundantes. Los principales acuíferos se encuentran en Irak, Yemen, Arabia Saudita y Palestina”.
De esos países, vale recordar que Irán está, hoy, fuertemente cuestionado por Estados Unidos y algunos de sus aliados bélicos europeos, Irak fue invadido y el anunciado retiro de tropas no fue tal, y Yemen es el escenario de las supuestas nuevas células terroristas de Al Qaeda.
A eso se suma que “Arabia Saudita, Bahrein, Qatar y Emiratos Árabes comparten un gran acuífero cuyo volumen”, decía Bruzzone en 2009, y nada cambió desde entonces, “es hasta ahora desconocido”.
Claro que “desconocido” equivaldría a “no difundido”, pero no necesariamente a que no haya sido explorado mediante sistemas satelitales especializados.
Por lo pronto, pese a contar con tamaña reserva de agua, Arabia Saudita es el principal desalinizador de agua de mar, con las consecuencias que eso implica: altos costos del agua obtenida, y el problema de la salmuera residual que no puede eliminarse.


La ayuda llega en bolsas negras
Lejos de los anuncios “oficiales”, y aunque esa realidad ya ha sido repasada hasta el cansancio, nunca es redundante señalar que el “socorro occidental” a Afganistán e Irak, no cumplió con sus objetivos.
Bruzzone señala que en la caso de Irak, las guerras consecutivas (Irak-Irán en los ’80, Guerra del Golfo en los ’90, y la invasión de la OTAN en la primera década de este siglo), junto a los años de sanciones “han dejado impactos devastadores en la situación del agua”, incluyendo, por ejemplo, medidas tan retrógradas como la destrucción de plantas de tratamiento de aguas residuales.
“Los derrames de petróleo, y las liberaciones de agentes químicos tóxicos y uranio empobrecido por los bombardeos, han contaminado severamente los recursos de aguas superficiales y subterráneos”, dice Bruzzone.
Para el caso de Afganistán, el otro gran “liberado”, el problema propio de su territorio, “se agravó con las guerras civiles y de liberación”, dice la especialista argentina. Y no duda en afirmar que “la invasión y ocupación norteamericana y de la OTAN han contribuido a agravar la situación. Las zonas rurales han quedado devastadas. Las Organización Mundial de la Salud ha informado que la mitad de los niños afganos sufren desnutrición”, y “un cuatro de la población infantil muere antes de cumplir los 5 años”.


Y más allá… el sudeste
El último sector del mapa asiático por repasar es el del sudeste. Y no habría por qué pensar que ante escenarios adversos tan extendidos, allí las cosas estarían yendo mejor.
En Corea del Norte han disminuido las lluvias en un proceso que comenzó hace medio siglo, y que se agravó con el calentamiento global, provocando severas mermas en los niveles de aguas superficiales.
En Corea de Sur también hay problemas de escasez de agua.
Mongolia se divide en dos sectores claramente definidos: en el norte del país, la calidad del agua es buena, pero en el sur casi no hay agua superficial, y la que existe, lejos está de gozar de atributos como para considerarla “potable”.
En ese país, además, la minería a cielo abierto causa estragos en los recursos hídricos, y la situación se agrava con la lluvia ácida, que también impacta en Corea del Sur y Japón.
Como consecuencia de las variaciones climáticas de las últimas décadas, la isla de Japón se sometida a cambios extremos: graves inundaciones, o fuertes períodos de sequía. A pesar de las medidas para combatir estos dos enemigos climáticos, los objetivos están lejos de lograrse.
Si bien posee el 15 por ciento del agua potable del mundo, lo cual no es poco decir, frente a una cifra similar que se ubica en América Latina, el sudeste asiático atraviesa graves problemas. A los de sus vecinos, se suman en China los de las inundaciones, que provocan contaminación de aguas superficiales, y las sequías, que estimulan el avance de la erosión.


Fuentes:
“Las Guerras del Agua”, de Elsa Bruzzone. Editorial Capital Intelectual.
Wikipedia
FAO (
www.fao.org)
Blog Madri+d (www.madrimasd.org)
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