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martes, 5 de julio de 2011

En Chile, “la posibilidad de ser un profesional está en las manos de los usureros”


(Por Lidia Fagale*) La dirigente Camila Vallejo Dowling afirmó que el Estado dejó en manos del mercado y de las familias la tarea de “garantizar” el derecho a la educación. El sistema terciario fue privatizado casi por completo en Chile.

Lidera las movilizaciones estudiantiles más masivas que se recuerden desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet. Es la presidenta de la Federación de Estudiantes Chilenos (FECH), cursa geografía y milita a favor de un modelo educativo que pulverice la política privatista y de mercado que se prolonga tras la asunción del gobierno de derecha de Sebastián Piñera. Camila Vallejo Dowling dialogó con Tiempo Argentino sobre este sacudón estudiantil a la modorra neoliberal desmitificando, a la vez, al denominado “milagro chileno”.

–¿Cuál es la demanda central de los estudiantes?

–Pedimos que se garantice una educación pública de calidad para todos y no como un mero actor subsidiario que privilegia la libertad de empresa por sobre el derecho a la educación. Hay que terminar con el lucro como motor del “desarrollo” de las instituciones privadas, que sin ningún tipo de regulación estatal han ampliado la matrícula de manera excesiva a costa del endeudamiento de miles de familias, la segmentación social y la mala calidad de la educación que imparten. Y hay que acabar con el autofinanciamiento de las universidades estatales, cuyo principal objetivo es debilitarlas y subsidiar a los privados.

–Los jóvenes denuncian que los sectores privados y transnacionales se apoderaron de los recursos educativos...

–El Estado dejó en manos del mercado y de las familias la tarea de “garantizar” el derecho a la educación. El sistema terciario fue privatizado casi por completo, tanto en su institucionalidad como en su modo de financiamiento. Después de 30 años de desarrollo del modelo de mercado en la educación, esto muestra que lo único que se logró es la privatización de la educación terciaria, donde los establecimientos tradicionales y públicos deben autofinanciarse y en los establecimientos privados prima el lucrativo negocio de grandes corporaciones. Los trabajadores, los estudiantes, los docentes y otros actores sociales conciben a la educación como un derecho social universal, para lo cual el Estado debe asumir el rol de garante que le adjudica la Constitución.

–¿De qué otros factores depende la recuperación de la educación pública?

–Chile se ha ido configurando bajo un régimen económico de depredación por parte “del poderoso” en su más absoluta expresión, con un modelo institucional y económico heredado de la dictadura (1973-1990) que responde a los intereses de una ínfima minoría. Si queremos hacer transformaciones sociales como las que proponemos se necesitan cambios en distintos ámbitos del poder. Hay que cuestionar y superar los actuales modos de desarrollo y políticas estatales. El gobierno no concibe a la educación como un derecho que el Estado deba garantizar, con instituciones de su propiedad y gratuidad, sino que la ve como un simple bien de mercado, en el que el rol del Estado se limita a fiscalizar que las reglas funcionen “perfectamente”. Esto no es nuevo en el país. Se le exigió al Estado que regulara la educación superior y se creó una llamada ley de acreditación que legalizó la mala calidad de la enseñanza y generó un sistema de crédito que dejó en manos de la banca privada, a intereses usureros, la oportunidad de muchos jóvenes de obtener una profesión.

–¿Cómo tratan los medios hegemónicos las demandas estudiantiles?

–La mayoría de los medios masivos tienen el mismo sesgo ideológico, pertenecen a los mismos grupos empresariales, a los que hoy se le suman los medios oficialistas, dado que el gobierno de Piñera es un fiel representante del sector empresarial. En este contexto, es difícil no considerar a los medios como un enemigo de los movimientos sociales. Las notas periodísticas se enfocan en los hechos “violentistas”–como los llama el propio presidente–, que son completamente marginales comparados con la enorme adhesión que tiene el movimiento. A pesar de esto, la prensa insiste en poner en el primer plano los hechos de violencia, buscando que la ciudadanía se vuelque en contra y haciéndonos pasar por revoltosos manipulados por partidos políticos.

–¿Piensan que Chile ha ido a contramano de algunos cambios sociales que se han registrado en Latinoamérica?

–Desde hace mas de 40 años, Chile ha sido el bastión de las fuerzas reaccionarias, el país piloto en el que se han ensayado las medidas neoliberales más delirantes, el país que se pone como ejemplo para justificar la necesidad o la efectividad de aplicar reformas de este tipo. Tiene que ver con que ninguna dictadura fue tan “revolucionaria” como la chilena, ninguna hizo cambios tan profundos ni tuvo una transición que fuera tan pactada para asegurar la continuidad del modelo. Y desde entonces el poder ha estado en manos de dos coaliciones igualmente neoliberales. Parte del trabajo desde la izquierda se enfoca a crear una alternativa que hasta ahora ha sido difícil de construir.

–¿Serán los estudiantes quienes inicien un camino de cambio, más allá de los cambios corporativos?

–Difícilmente se puede considerar a los estudiantes como el factor decisivo de una revolución social. Hay que reconocer, sí, que somos unos de los sectores más dinámicos, de los más politizados y dispuestos a la movilización. Por eso empezamos a plantear que la recuperación de la educación pública debe enmarcarse en un movimiento social que clame por la recuperación de los derechos universales usurpados: la educación, la salud, la vivienda, el medio ambiente, los recursos naturales.

–Los medios hegemónicos suelen desacreditar a las juventudes que se movilizan. ¿Cuál es la visión de ustedes sobre la juventud chilena?

–Afirmar que la juventud movilizada que hemos visto en estos últimos tiempos es espontánea y apolítica es apoyar a los sectores reaccionarios de nuestros países. Si bien no todos los jóvenes tienen una identidad política, esta es una juventud que se plantea reformas sociales con contenido político.



*Lidia Fagale, desde Santiago de Chile, para Tiempo Argentino (http://tiempo.elargentino.com)

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