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viernes, 5 de agosto de 2011

Indignados en Israel y Nueva York

(Por Noel Manzanares Blanco*) Basta con abrir alguna página en la Internet, para corroborar que parece marchar a grandes pasos lo que ya ha sido conceptualizado como el Movimiento de los Indignados. Quizás sus contornos más reveladores se encuentren en España. Mas, por estos días llega información de cómo el asunto alcanza importantes latitudes, tal vez insospechadas un tiempo atrás: me refiero a Israel y la “capital” del mundo, Nueva York. Resalto, brevemente. Resulta que encontré una entrevista publicada recientemente en Uruguay, y pude leer que en el país hebreo comenzaron las protestas con unas pocas carpas en una calle céntrica de Tel Aviv, pero el movimiento fue creciendo y el fin de semana último ya era lisa y llanamente multitudinario.

“Unas 150 mil personas se manifestaron el sábado en varios puntos de Israel y no en relación al conflicto con los países vecinos ni tampoco al tema palestino. Esta vez, se trata de una protesta social”. Acto seguido, con sólidos argumentos se responde a “¿Qué está pasando? ¿Cómo es esa situación?”, incluyendo:

“Ahora Netanyahu da la sensación de que no cree que esto pase a mayores, quizás en parte porque empezó a haber discrepancias entre los propios líderes de esta protesta social. Creo que ellos cometieron errores, por ejemplo al exigirle a Netanyahu que hubiera negociaciones totalmente abiertas, filmadas ante una cámara de televisión. Ante esto, el propio presidente de la Confederación General de Trabajadores de Israel, que es el mayor organizador de huelgas en el país, salió a decir que, con todo el respeto a la protesta —que además él apoya—, el primer ministro fue electo, mientras que a los líderes de esta revuelta no los eligió nadie. Y dijo que le parecía que no correspondía que, a las dos semanas de estar en las calles, dijeran que cada palabra del primer ministro debía ser filmada para mostrar si miente o no. O sea que errores de ese tipo también influyeron. […]”.

Ante tal acontecer, pienso que el movimiento contestario no coronará su éxito si la clase revolucionaria carece de capacidad para llevar a cabo acciones revolucionarias de masas suficientemente fuertes para romper (o quebrantar) el viejo gobierno, que nunca, ni siquiera en épocas de crisis, “caerá” si no se le “hace caer” —al decir de Lenin.

Entretanto, el eco de la rebeldía popular también se refleja en Estados Unidos, puntualmente en Nueva York. Trascendidos dan cuenta de la inconformidad en el corazón de las finanzas mundiales, Wall Street, la famosa “calle del Muro” en la ciudad considerada como “capital” de los terrícolas por no sé cuántas personas.

Es cierto que la Casa Blanca se comprometió a iniciar una rápida caída del déficit fiscal. Sin embargo, carece de autorización para aumentar los impuestos a los poderosos.

Entonces: ¿cómo resolver la situación, sin afectar a los ricos y con la exigencia de continuar gastando? Mientras, millones de norteamericanos tropiezan con más desgracias, dependen de programas gubernamentales para sobrevivir y encaran un futuro gris teñido de negro.

He aquí la causa de una convocatoria: “Tomemos Wall Street”, pues fueron los bancos y otras corporaciones financieras los que inflaron la burbuja especulativa que dio al traste con los ahorros y las pequeñas inversiones de millones de ciudadanos, que perdieron viviendas y otros bienes sin recibir ninguna compensación —recuerda un entendido en el asunto, quien agrega:

“Cada bomba de gas lacrimógeno, cada bastonazo policial o chorro de agua a presión, sonarán con ecos funerarios en las aspiraciones de Obama de reelegirse. No sabemos aún si la extrema derecha norteamericana será capaz de advertir, en su ensoberbecido afán de controlar el país más rico del mundo, que esas campanas, también doblarán por ella”.

Por mi parte, asumo como sabia la expresión acerca de la incertidumbre de la capacidad de la extrema derecha —en cualquier latitud, más allá de Estados Unidos— para advertir qué está sucediendo, y que su ensoberbecido afán de controlar el mundo, irremediablemente, la conducirá a sus propias exequias. ¡Que así sea!

*Noel Manzanares Blanco, es licenciado en Educación de Historia-Ciencias Sociales de Cuba.

Publicado en “Adelante.cu” (www.adelante.cu), publicación digital de la provincia cubana de Camagüey.

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