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jueves, 13 de octubre de 2011

El mundo se desmorona y nosotros, aquí, enamorándonos


(Por Alejandro Pairone, ANC-UTPBA*).- “El mundo se desmorona y nosotros, aquí, enamorándonos”. La frase con que Ingrid Bergman sufría su felicidad con Humprey Bogart desde una ventana en la París de 1940, en una escena de la memorable película “Casablanca”, pudo ser emulada por algún ministro de Economía cinéfilo durante la última reunión de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur): “El mundo se desmorona y nosotros, aquí, asociándonos”.

El centro económico, político y militar del planeta, Estados Unidos y la Unión Europea, todavía no se ha desmoronado, es cierto. Pero la crisis en que lo sumergió su apego religioso al capitalismo neoliberal desató una onda expansiva que no tardará esta vez en llegar hasta las costas suramericanas como un tsunami, debilitado, pero tsunami al fin. Ante lo que ya parece inexorable, y con la experiencia de la primera etapa de la crisis, en 2008 y 2009, los países de la Unasur asumieron la ardua y trabajosa tarea de buscar un sistema defensivo en común, aun cuando deben sumar al acuerdo gobiernos ideológicamente disímiles, cuando no directamente antagónicos.

Y mientras decenas de funcionarios negocian para avanzar hacia una agenda colectiva a fin de pagar los costos más bajos posibles por la crisis del Norte, en cada capital, a su vez, los gobiernos “progresistas” y conservadores enfrentan conflictos internos que en algunos casos ponen severamente en cuestión su estabilidad.

En otras palabras, la región enfrenta graves acechanzas externas e inestabilidades internas.

A las acechanzas externas, la Unasur parece encararlas acelerando la resolución de políticas e instrumentos que estaban en su agenda desde hace años, pero que dormían el sueño de los justos por falta de acuerdo, como el Banco del Sur, la desdolarización del comercio intrarregional y el debate en torno de la repatriación de reservas que por un total de 600 mil millones de dólares (400 mil son de la Argentina y Brasil).

Lo que aparece en primera instancia como media colectiva de mayor consenso es la desdolarización del comercio, que ya aplican desde 2006 entre sí la Argentina y Brasil, y desde 2008 los países integrantes de la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA), que integran Bolivia, Venezuela, Ecuador, Cuba y Nicaragua.

El sistema consiste en realizar el comercio exterior en moneda local, intermediado por los bancos centrales que al final del día compensan entre sí (mediante dólares) los saldos entre exportaciones e importaciones. Por ejemplo, si la Argentina exportó a Brasil por 12 millones a importó por 15 millones, ambas economías movilizarán divisas no por la sumatoria de la operaciones (27 millones, actualmente), sino sólo por las diferencias, de 3 millones.

Esto reduce considerablemente la dependencia de la economía local sobre la moneda estadounidense y a la vez limita la exposición a las consecuencias de su crisis: esto es, evitar dólares al menos para una parte de los 100 mil millones de dólares que representó en 2010 el comercio intrarregional, y que se espera que este año alcance los 120 mil.

Mientras una y otra vez las áreas económicas de los Gobiernos debaten entre sí por enésima vez (cuatro veces ya se anunció su concreción) el Banco del Sur, el Consejo Suramericano de Infraestructura y Planeamiento avanza por andarivel independiente con el análisis de los proyectos para la integración física (autopistas, puentes, puertos, corredores ferroviarios) que debiese financiar aquel Banco. Por ejemplo, en julio pasado, mientras en Lima los presidentes de Unasur acordaban buscar medidas financieras conjuntas, en Quito, sede del bloque, unos 50 cuadros técnicos negociaban un orden de prioridades para financiar unos100 proyectos acumulados desde que en el año 2000, en Brasilia, los gobiernos lanzaron el Plan de Integración de Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA), el antecedente concreto de la Unasur.

Los dos carriles de la misma ruta, defensa financiera y ofensiva en la inversión pública, parece poner en hechos el declamado rechazo suramericano a las políticas neoliberales de ajuste que en el último cuarto del siglo 20 convirtieron a esta región en tierra arrasada, y que ahora va por las economías europeas, sometidas desde hace décadas al terrorismo de mercado.

Pero mientras los líderes del barrio se juntan en la Sociedad de Fomento para ver cómo evitan la inundación, muchos tienen el patio trasero de su casa en mal estado, cuando no directamente tapado por el agua. Es el notorio caso de Chile, donde el gobierno conservador del empresario Sebastián Piñera se muestra empeñado en mantener contra viento y marea el sistema educativo mercantilista diseñado por la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), que muchos de sus funcionarios integraron.

Ese conflicto posee una muy fuerte carga simbólica, de imágenes y de sentidos: muestra millares de personas movilizadas en reclamo de un derecho básico y liderados por una joven universitaria de 24 años, que pone contra la cuerdas a un Gobierno cuya esencia se forjó en los fusiles de la dictadura. Es el futuro contra el pasado; la esperanza contra la decrepitud.

También en Brasil la presidenta Dilma Rousseff enfrenta conflictos que ponen inestabilidad en su gestión, cuando apenas pasaron ocho meses desde su asunción. En la mitad de ese tiempo Rousseff debió cambiar cuatro ministros, tres de los cuales s fueron tras soportar semanas de sistemáticas denuncias de corrupción desde los medios de comunicación, en particular de los diarios opositores O`Estado, Folha y O`Globo. Los ministros de Agricultura, Transporte y de la Casa Civil (jefe de Gabinete) cayeron a razón de uno por mes por las denuncias, mientras que el cuarto, Nelson Jobim, de Defensa, se enfrentó públicamente a la Presidenta y su Gabinete en rechazo a investigar los crímenes de la dictadura militar (1964-1985).

Esa crisis política que no termina se suma a las dificultades económicas de un Brasil extremadamente expuesto al sistema financiero global y a la circulación de capitales golondrina de corto plazo que para maximizar su renta logran revaluar la moneda brasileña, con el consecuente debilitamiento del sector productivo y exportador: la crisis ya desembarcó en el gigante suramericano.

En el resto de los países de la región se da un tiempo de baja conflictividad, lo que no significa ausencia de confrontación sino que se produce dentro de los márgenes normales que no hacen peligrar la gobernabilidad, como en la Argentina de 2008; Bolivia, en 2007 y 2008; Ecuador, Colombia y Venezuela, entre 2009 y 2010, entre otros.

No obstante, en casi todos subsiste una batalla similar que ninguno termina de saldar. Salvo en Chile y Colombia, donde su alianza y respaldo a los gobiernos es clara y abierta, en el resto de los países las empresas propietarias de medios de comunicación son el principal bastión opositor, y en general articuladores y hasta guionistas de los grupos opositores liberales, socialdemócratas y conservadores. En la Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela, los diarios, las radios y la televisoras son las usinas cotidianas de ataques que van desde lo político hasta lo personal.

Y, vaya casualidad, los Grupos Económicos propietarios de esos mismos medios de comunicación opositores son el bastión local del neoliberalismo y acérrimos enemigos de las políticas que, aun con matices, los gobiernos de la Unasur intentan dinamizar para protegerse de esta nueva crisis del capitalismo.

“El mundo se desmorona y ellos, allí, conspirando”, debiese decir una Ingrid Bergman suramericana, al leer los diarios cada mañana.


“El dato” - Suramérica

-370 millones de habitantes

-125 millones de pobres e indigentes

-6% promedio de crecimiento anual desde 2002.

- 27 % del agua dulce del plantea

-100 años de gas y petróleo (a consumo actual) con reservas comprobada

-4ª economía mundial por PBI

-600 mil millones de dólares en reservas

-Mayor biodiversidad del planeta

-Mayor productor de alimentos del planeta

(*) Nota redactada en agosto de 2011 y publicada en la revista Motor de Ideas. Reeditado por Agencia Nacional de Comunicación (ANC) del sindicato de periodistas de Buenos Aires, UTPBA.

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