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domingo, 9 de octubre de 2011

La relatividad estremece al que pretende aferrarse a las verdades en forma absoluta


(Por María Cristina Chaler*) Todo es relativo, no hay verdades absolutas ni siquiera en la ciencia. Todo es refutable. Cuando algo que se da por verdadero cae, comienza una nueva búsqueda. Las mediciones tampoco son absolutas; dependen del sistema de referencia desde donde observamos y del estado en se encuentre tanto el que mide como lo que se mide.

Nadie diría que el mundo se mueve debajo de nuestros pies, pero un observador detenido en el sol vería que no sólo se traslada sino que también rota sobre sí mismo. Las estaciones del año y la alternancia del día y la noche dan prueba de ello y somos conscientes del movimiento de nuestro planeta sólo por la educación.
Cuando viajamos en un auto sabemos culturalmente que se mueve a cierta velocidad que marca su velocímetro, pero en realidad los sentidos nos dicen que nuestro asiento está detenido y que los árboles de la calle pasan a velocidad contraria tan rápidamente como viaja nuestro vehículo.

Cuando la teoría de la relatividad se generaliza el universo que nos rodea se hace más interesante y aparecen nuevas incógnitas.

Según Einstein, el tejido universal se curva con la presencia de las masas, para comprender mejor esta imagen, lo asimilamos a una enorme red elástica que contiene esferas que cuanto más masivas son, más hundidas están.

Observaríamos a los diferentes cuerpos celestes cada uno hundido en un pozo tanto más profundo cuanto más grande es la masa del cuerpo. Así todo objeto en la cercanía de otro cae en el pozo deslizándose por esa pendiente. La aparente atracción entre masas se debe a que el cuerpo más pequeño desciende por la curvatura que genera el cuerpo de mayor masa. Este experimento observado con los pies apoyados en el planeta resulta ser simplemente la caída de los cuerpos.

Si a un grupo de ratones los colocamos dentro de una caja, y a ésta le atamos un hilo dejándola pender y luego tiramos rápidamente hacia arriba, los animalitos se sentirán acelerados y se pegarán al piso con la sensación de que sobre ellos actúa un campo gravitatorio. Mientras que un observador desde afuera verá como aceleramos la caja hacia arriba, tirando del hilo que la sostiene. Es decir se está aplicando una fuerza exterior que genera una aceleración y en consecuencia provoca el movimiento hacia arriba. La experiencia de las ratas no es la misma que la del observador externo a la caja.

Nuestros sentidos pueden tomar como verdad en este mundo aquello que desde el universo merece otra explicación totalmente diferente.

Nuestro planeta es tridimensional y toda la naturaleza se proyecta en tres planos perpendiculares entre sí: base con alto, base con ancho o alto con el espesor.

Los cuerpos que nos rodean tienen volumen, que la geometría tradicional puede calcular. Caminamos tranquilos por el mundo y no nos cuestionamos mucho sobre las certezas cotidianas. Las certezas dejan de ser tales ampliando nuestra mirada hacia el universo o desde el universo. El espacio es mucho más inquietante y la descripción del mismo para el común de la humanidad puede llegar ser totalmente desconocida. Este Universo es Gaussiano, significa que no responde a una geometría plana tridimensional. Es multidimensional, se curva en forma permanente y hasta se podría plegar sobre sí mismo. La luz dentro de él, no marcha en línea recta como en nuestro planeta. Se adapta a sus curvaturas.

Los cuerpos multidimensionales son llamados por el científico moluscos espaciales porque al moverse cambian de forma, alteran sus dimensiones, se acortan o se alargan según la velocidad que lleven. Se achican cuando la velocidad es grande y se agrandan cuando la velocidad disminuye, si marcharan a la velocidad de la luz simplemente desaparecerían.

El tiempo en el universo gaussiano también depende de la velocidad, se hace más lento cuanto más crece y depende de la posición de los cuerpos en el espacio universal. Einstein considera al tiempo la cuarta dimensión. Esa variabilidad no es captada en nuestro planeta, poseemos un concepto psicológico del tiempo que tiene que ver con el recordar hechos y ubicarlos en forma ordenada, nuestro cerebro es el que se desplaza a través de la cuarta dimensión retornando al pasado o imaginando el futuro.

El presente es el único punto de proyección del tiempo en nuestro planeta.

Nuestros sentidos son enormemente limitados, por ello la tecnología ha construido aparatos para observar lo muy pequeño o bien lo enormemente grande y así compensar las limitaciones del ojo humano. Lo que captan nuestros sentidos es sólo una mínima parte de la realidad, lo comprobamos con las energías que posee la luz del sol, contenedora de todos los colores de los cuales solo percibimos una pequeña parte de ellos, cuando se forma el arco iris en determinadas condiciones atmosféricas.

La ciencia desconfía de los sentidos y hasta de los instrumentos, por ello indaga y descubre las limitaciones humanas, trasciende la percepción y avanza a través de la matemática, pero luego debe buscar la forma de verificarlo experimentalmente para que deje de ser teoría y se transforme en “verdad”.

Einstein en su época fue un iluminado que adelantó verdades científicas que recién en la actualidad se han comprobado experimentalmente. La cuarta dimensión como variable temporal es una realidad verificada a través de los relojes atómicos colocados en los satélites que orbitan la tierra. Todos ellos marcan tiempos diferentes según la zona del espacio en que se encuentren.

*De Agencia CyTA – Instituto Leloir.

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