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miércoles, 28 de septiembre de 2011

Informe Especial, "Trata de Mujeres en Argentina" - Diez: "La TV 59"


El contenido de esta entrega del informe especial "Trata de Mujeres en Argentina", en cierta forma ya había sido anticipado por un informe de Florencio Canale, con investigación de Bruno Lazzaro y Deborah Maniowicz, publicado en la Revista Veintitrés en julio último, y mientras este trabajo tomaba forma.

El trabajo planteaba el rol que los medios televisivos tienen en la promoción de la oferta sexual, no en la misma forma directa y abierta que los avisos clasificados prohibidos por decreto de la presidente de la Nación, pero sí en una forma velada que cada día lo es menos.

Basta asomarse a los shows televisivos que son "vendidos", además, como los de mayor rating por medidoras híper-cuestionadas, para encontrarse con mujeres casi desnudas a toda hora, y reducidas a una mera condición de objeto sexual.

Bailes sugerentes, ropa diminuta, y hasta un conductor que corta polleras cuando le parecen largas, ofrecen la imagen de la mujer como un mero objeto de uso. Situación que tiene su exacta réplica en la acción que toman los clientes de los prostíbulos a la hora de recurrir a ellos en pos de placer sexual.

Incapaces de ver a la mujer como un ser multidimensional y mucho más rico, terminan quedándose con los atributo sexuales de la mujer, como si fueran lo único y excluyente que las constituye. Así operan los esquemas de muchos programas televisivos, y así operan los clientes de los servicios sexuales.

Así, podría ejemplificarse numerosos casos, pero también sus "rebotes". Lo que sucede en el programa Bailando por un Sueño (donde, dicho sea de paso, el sueño y el soñador son lo más irrelevante de la propuesta), repercute luego en una infinidad de programas de chismes de la farándula. Reproducen las imágenes, califican la situaciones de banalización femenina en pos de cuál ha caído más bajo, mejor. Y llegan, incluso, a cuestionar en duros términos a quien muestra un mínimo de dignidad, usando el dedo acusador para asegurar: "ya sabía cómo eran las reglas del juego". Eso sucedió cuando la conductora Carla Conte decidió que no quería que el conductor del programa, Marcelo Tinelli, cortara su pollera como hacía con otras bailarinas. Lejos de cosechar aplausos, su reacción mereció las más encendidas críticas.

"El decreto que prohíbe los avisos de oferta sexual combate la prostitución masiva. Pero, a la vista de todos, en la televisión se promueven los servicios VIP", comenzaba el informe de la Revista Veintitrés antes mencionado. Y se planteaba: "A partir de la prohibición de los avisos de comercio sexual en medios audiovisuales anunciada el pasado 5 de julio por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, la pregunta obligada, y que además explotó en las redes sociales, es otra. ¿Los programas de televisión acatarán tal medida?".









Pasos hacia la soficiación femenina. De arriba a abajo: Muñeca Bus (Sábado Bus), Muñeca Bus (Sábado Bus), Nicolás Repetto (conductor de Sábado Bus), Marcelo Tinelli (Bailando por un sueño) cortando la pollera de una participante. Y la cosificación de la mujer ya consumada.

La respuesta está expresada en la televisión actual, que terminando el mes de septiembre, dos meses y medio después de la firma del decreto, sigue tan autista como siempre.

Otro de los programas que está en las antípodas del decreto presidencial es el ciclo Sábado Bus, que se emite los sábados por canal 11 (Telefé), y donde no sólo cuenta con una sección que se llama "Muñeca Bus", sino que además cuenta con un equipo de secretarias que se cubren con un mínimo indispensable de tela, para hacer una tarea que bien podrían hacer vestidas. Presentes o ausentes, porque su rol está limitado a adoptar posiciones sexies, reiterar una pregunta que parece estudiada de memoria ("¿Quién, Nico?", cuando se saca un nombre de un bolillero), o servir un plato de comida. Para la producción del programa, parece ser que las mujeres no tienen otra cosa que ofrecer que meramente sus cuerpos.

En el caso de la "Muñeca Bus", la situación es llevada a extremos atroces, dado que la protagonista es convertida, como su nombre lo indica, en una verdadera muñeca en sus acciones. Pero no una muñeca cualquiera, sino una especie de muñeca inflable de sex shop, híper-maquillada y vestida con ropas mínimas.

Otra particularidad de esta mercantilización del universo femenino es que excluye a cualquiera que se aleje de los estereotipos sexualmente de interés para la platea masculina. No hay mujeres de rostros poco agraciados, no las hay con gramos de sobrepeso, mucho menos con excedentes en kilos, no las haya mayores de 30, o de 35. Y buena parte de ellas, al poco tiempo de aterrizar en televisión, comienzan a "tunearse" con todo tipo de operaciones.

Esos modelos de perfección difícilmente se encuentren en la vida cotidiana, y no porque por las calles no transiten mujeres atractivas, sino porque ninguna mujer lo hace con tacos de 15 centímetros, o con excesos de maquillaje, o producida full-time, o con los corpiños, tops y microminifaldas que muestra la TV.

Así, la sensación de los clientes potenciales de los servicios sexuales es la de buscar en un lugar donde haya una oferta clara, permanente y mercantilizada, lo que no podría conseguir de otra manera en la oficina, la universidad, la calle misma.

Mensajes directos

La otra cara del fenómeno sexual en la TV es el de los mensajes directos.

"En la actualidad, ninguna de las ninfas que revolotean en cámara dice entregar el cuerpo en fetiche de la mercantilización sexual, pero en cambio, proliferan las acusaciones cruzadas. La palabra "gato" es el proyectil que una a otra se disparan, sin solución de continuidad. La mascota ronroneadora ya desconoce hasta su nombre y razón de ser. Incluso en los noticieros mainstream, cuando hacen referencia al animalito, deben dar todo tipo de explicaciones para lograr la relación conocida de significado y significante", planteaba el artículo de Veintitrés que puede encontrarse en este blog.

En otro de sus pasajes, señalaba: "Hay diversas maneras de emprender la escalada económico-social. Algunas logran establecerse como trabajadoras del sexo devenidas en esposas, o estar al mando de programa propio, o destaque en el cartel luego del tan celebrado casting-sábana. Jacobo Winograd definió su estatus a partir de regentear señoritas en el hotel Sheraton, en sus años mozos. A partir de ahí, devino en material de consulta de cuanto programa televisivo farandulero existe".

Imposible es olvidar las acusaciones sobre el uso de rodilleras, entre las distintas protagonistas de estos programas, en clara referencia a la práctica de sexo oral para la devolución de favores.

Según el trabajo de los periodistas de la Revista Veintitrés, "el periodista Adrián Pallares, como todos los que analizan la tevé en puesta en abismo, reconoce que el soporte técnico es ideal para lanzar al estrellato de la prostitución a más de una. "Cualquier chica que trabaja con Tinelli, Fantino o Sofovich, intenta luego el desembarco en teatros. Lo que después llama la atención es que algunas de las más mediáticas reconocidas, con sueldos de 150 pesos por semana, tengan un ritmo de vida de ricas. Siempre fue la vidriera de las primeras vedettes, pero no lo pueden justificar. Las coartadas que usan estas chicas mediáticas son: `Tengo un papá agenciero, vengo de una familia de buen pasar´ y los desfiles en el interior. Son todas mentiras"."

Como plantea la nota de Veintitrés, "hay que diferenciar adónde apunta Cristina Kirchner con el decreto y la prostitución vip. Una cosa es el rubro 59 y las mujeres esclavizadas obligadas a prostituirse, la trata. Otra son las mujeres que eligen prostituirse y es una decisión de cada una".

Claro que no puede dejarse de lado el mensaje que se envía a los televidentes, que más en el caso de esos programas, suelen ser sujetos pasivos, que como tales reciben la información, sin procesarla.

La tele... ¿de pantalones largos?

Es importante destacar que entre tanta propuesta vacía de contenido, y llena de oferta sexual, directa o embozada, también hay apuestas de televisión que se ponen los pantalones largos, y que asumen con madurez la necesidad de que exista un compromiso con la realidad, y la realidad se vea reflejada en los monitores de la "caja boba", para que la sociedad la tome, y reaccione.

La ficción por estos días en pantalla en Telefé, "El Elegido", escrita por Adriana Lorenzón y Gustavo Belatti, y producida por Ronnie Amendolara, Andrea Tuozzo, Pablo Echarri, Federico D'Elía y Martín Seefeld, entre las muchas histoprias que cruzan la historia central, sumó las relaciones entre el poder y la trata de mujeres con fines de explotación sexual.

Y se animó, además, a elegir la figura de un senador de la Nación para ubicarlo como parte integrante de las redes de trata.

Un caso emblemático fue el de la telenovela "Vidas Robadas", también emitida por Telefé. Escrita por Marcelo Camaño y Guillermo Salmerón, la tira remedó la historia de Marita Verón, uno de los casos de víctimas de trata de mujeres más emblemáticos de la Argentina, y que por estos días vuelve a ser noticias mientras se busca, en Córdoba, el lugar donde podrían haber sido enterrados sus restos.

La serie estuvo basada conceptualmente en el caso Marita Verón, aunque con varias licencias narrativas que difieren de la situación real de dicho caso. Con el correr de los episodios se trazaron varios otros paralelismos con diversos escándalos políticos que tuvieron lugar en el país.

Dicha similitud fue la trama central del programa: el secuestro de Juliana Miguez y la búsqueda de Rosario, incluyendo la fundación y los numerosos allanamientos y liberaciones realizados, describieron una situación similar a la de la secuestrada Marita Verón y su madre Susana Trimarco.

La propia Susana Trimarco colaboró con los guionistas en la elaboración de las historias.

El decreto presidencial usó como uno de sus fundamentos la Ley Nº 26.485, que ordena proteger a las mujeres de la "violencia mediática", definida como "la difusión de mensajes que promueven la explotación de mujeres y atenten contra la dignidad de las mujeres".

Para la Revista Veintitrés, "la pregunta del millón es cómo se lleva a cabo la compraventa de la atención. ¿Las muñequitas de lujo, con sólo guarecerse detrás de la pantalla, reciben la oferta de inmediato? No parece ser así. "Los que manejan a estas chicas son los asistentes personales, que cobran un sueldo y son después las que las cagan, los representantes de modelos, periodistas y productores de televisión. Algunos lo hacen ad honorem, otros por una comisión o sueldo. Un representante de modelos, una vez, me contó que usaba a las chicas como regalos empresariales", asumió el periodista Ángel De Brito."

Todo pareciera comenzar y concluir dentro de los decorados de la televisión. Los dueños de los shows las convocan porque son las que suben el encendido, para luego propiciar el encuentro tan cotizado.

La nota planteaba, además: "Algunas niegan sus revolcones con futbolistas. Otras, como Andrea Rincón, lo denuncian con sonrisa pegada. Mientras tanto, la demanda crece como alud. Mercedes Ninci, la periodista que peleó a capa y espada a los diseñadores Benito Fernández y Jorge Ibáñez por la denuncia de trabajo esclavo, da por normalizada la prostitución vip en la tele. Afirma que para el público consumidor de esa pantalla, el tema está instalado y ya no es delito. "Hay programas de televisión que son prostíbulos encubiertos. Una chica que se dedica a la prostitución va al programa de Tinelli y levanta su cotización. Pero esto no es culpa de Marcelo, él no es un proxeneta", declara."

La crítica

Desde hace años la TV Argentina se convirtió en una máquina de estereotipar, banalizar y materializar a la mujer y, por tal motivo, el Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión solicitó el martes 13 de septiembre último, que se disminuya tal falta de respeto a la figura de la mujer.

El organismo se pronunció a pocos días del "Día Latinoamericano de la Imagen de la Mujer en los Medios de Comunicación".

El organismo investigó los programas Showmatch, Un mundo perfecto, Bendita TV, Convicciones -entre otros- y avisos como los de Renault Sandero, Personal, Pepsi Max, Axe, Cif o Mr. Músculo.

Cuestionó esos programas y propagandas porque "presentan a las mujeres subordinadas a los hombres, ya sea cosificadas como objetos sexuales o, por ejemplo, encasilladas como consumidoras sin capacidad de desplegar otros pensamientos".

Myriam Pelazas, coordinadora del Observatorio, le comunicó a Télam que "en distintos formatos, tanto en los programas como en la publicidad, las mujeres son cosificadas, estereotipadas, encasilladas".

"Esto no es nuevo -aseguró- pero sí alarmante porque las mujeres han avanzado en muchas otras áreas, mientras que su representación en los medios, por lo general, mantiene las características negativas de décadas pasadas".

Fuentes:

Revista Veintitrés

Agencia de noticias Télam

Fuentes propias y programas de TV mencionados.


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