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lunes, 10 de octubre de 2011

Los “indignados” norteamericanos llegaron a la Casa Blanca


La protesta de cuatro días en Washington para reclamar que la política estadounidense sea para el pueblo se pasó del tiempo autorizado, aunque sus participantes han votado para quedarse pese a la expiración del permiso que tenían.

Hoy los manifestantes instalaron sus carpas en los alrededores de la Casa Blanca, lo que generó una panorámica poco habitual en los Estados Unidos que es captada por todos los canales del mundo.

La acampada del colectivo "Paren la máquina" (Stop de Machine) en la Plaza de la Libertad es una de las dos manifestaciones que hay en curso en la capital de Estados Unidos, junto a la similar, pero más joven sentada "Ocupemos el DC" (Occupy DC), que hoy cumple su décimo día.

"La Primera Enmienda sanciona esto", dijo David Swanson del movimiento "Paren la máquina" refiriéndose a la sección de la Constitución estadounidense que garantiza el derecho a la libertad de expresión y a la reunión pacífica.

"Tenemos ya el permiso de la Constitución", dijo Swanson entre las varias docenas de coloridas tiendas de campaña que han poblado la plaza cercana a la Casa Blanca. "Nos quedamos", proclamó.

"Paren la máquina", que creció como oposición a las guerras en Afganistán y en Irak, comenzó organizando sus protestas hace varios meses, por lo que tuvo tiempo de solicitar un permiso al Servicio Nacional de Parques, que es la entidad que supervisa la plaza.

Ese permiso expira hoy, pero todavía no está claro por cuánto tiempo dejarán las autoridades que se prolongue la protesta. El portavoz del servicio de policía del parque no pudo ser contactado para que realizara comentarios este lunes, feriado nacional en Estados Unidos.

"Ocupemos el D.C" está inspirado en el movimiento con mayor afluencia "Ocupemos Wall Street" que se manifiesta en Nueva York, y ha ido atrayendo a varias docenas de personas al día a la plaza McPherson, donde se encuentran muchas de las sedes de grandes lobbies.

Muchos manifestantes se quedaron el fin de semana montando sus puestos de comida y poniendo sus sacos de dormir bajo de un roble centenario en el parque público.

El sábado, una manifestación en la ciudad acabó con cierta violencia cuando los guardas del Museo Nacional del Aire y el Espacio lanzaron gas pimienta a un grupo de manifestantes que intentaron entrar en el edificio con pancartas.

Al menos una persona fue arrestada y el museo cerró al público antes de tiempo.

Y si bien en esta oportunidad, el presidente Barack Obama señaló su solidaridad con los manifestantes, no siempre las cosas fueron de esta manera. A comienzos de septiembre, el diario El Mundo publicó lo siguiente:

1000 indignados arrestados ante la Casa Blanca

Última hora: La última sentada ha acabado con 243 arrestos. En total han sido 1252 personas las que han acabado esposadas por la policía. Bill McKibben dio el toque final a la protesta con un mensaje positivo: "Acabamos ahora la desobediencia civil más grande de este siglo en los EEUU. No atacaremos al Presidente. Sólo haremos que mantenga el estándard que estableció en 2008. Hemos sido arrestados durante dos semanas, pero sin amargura ni odio. Sólo alegría y resolución". Fue Barack Obama quien en 2008 dijo "Seamos la generación que por fin libere a América de la tiranía del petróleo".

Un polémico oleoducto subterráneo de 2.800 kilómetros que transportaría petróleo desde el yacimiento de Tar Sands (Arenas Alquitranadas) en Alberta, Canadá, hasta las refinerías del Golfo de Méjico ha servido para que el pueblo estadounidense que apoyó a Barack Obama durante las pasadas elecciones se levante ahora contra su presidente, arriesgando el arresto por desobediencia civil.

"Queda usted arrestado por desobedecer a las autoridades". Por ahora han sido mil personas las que han oído estas palabras antes de pasar por la cárcel. ¿Su crimen? Sentarse delante de la verja de la Casa Blanca y no levantarse cuando se lo pidieron las autoridades. Entre los rebeldes está el Dr. James Hansen, el principal científico de la NASA experto en el cambio climático, quien también pasó por el calabozo.

Si el presidente Barack Obama decide seguir adelante con este proyecto y “empezamos a quemar ese petróleo, es ‘game over’ para el clima”, ha dicho Hansen.

La indignación por el vertido de la plataforma de BP en el Golfo de México el año pasado fue revivida el pasado mayo por el vertido del oleoducto de ExxonMobil en el río Yellowstone, y otra vez cuando hace unas semanas un guarda de seguridad de BP disparó a un oso polar en Alaska, el cual acabó muriendo 11 días después.

Los 700.000 barriles diarios de oro negro son la gota que ha colmado el vaso de la paciencia ecologista, que ve en este proyecto no sólo un inminente peligro para numerosos ríos y el acuífero Ogallala, uno de los más grandes del mundo, sino también una amenaza al clima de nuestro planeta.

Según el New York Times, la construcción del oleoducto duplicaría la producción de petróleo hasta 1.800 millones de barriles diarios. Para ello se destruirían 300.000 hectáreas de bosque boreal canadiense.

La explotación petrolífera de Tar Sands no tiene muy buena reputación, pues el petróleo está debajo del bosque y mezclado con la arena, la cual se tiene que hervir para poder separar el crudo. En el proceso se utilizan grandes cantidades de agua y de gas natural extraído por fracturación química del subsuelo, conocido fracking, un sistema ya en sí peligroso porque puede contaminar pozos de agua y hasta causar terremotos, como el temblor 5.8 de Virginia el pasado 24 de agosto.

Según el cineasta Josh Fox , sólo la explotación de Tar Sands utiliza más agua que una ciudad de 2 millones de habitantes, y produce 33 millones de toneladas de CO2 al día y más gases con efecto invernadero que 1,3 millones de coches. El agua contaminada se almacena en piscinas de las que se filtran a los acuíferos 11 millones de litros de agua tóxica al día.

Esta explotación es “la bomba de CO2 más grande de la historia”, según Bill McKibben, creador del movimiento 350.org que pide que los gobiernos se comprometan a limitar las emisiones de CO2 a 350 partículas por millón (ppm). McKibben esperaba ser multado $100 dólares por sentarse ante la Casa Blanca, pero fue sorprendido con dos noches de cárcel, junto con otros 40 activistas.

Acompañan a McKibben y Hansen en su protesta pacífica más de 240,000 firmas a través de CREDO (y otras 617.428 recogidas por tarsandsaction.org), además de más de mil activistas que han sido arrestados y otros tantos que se arriesgarían a ser arrestados hoy durante la última “gran sentada” ante la Casa Blanca planificada para hoy. Allí estarán también la actriz Daryl Hannah, los escritores Naomi Klein y Michael Marx, y seguramente el científico David Suzuki, el director ejecutivo de Greenpeace Phil Radford y Josh Fox, recién salidos de la cárcel por “desobedecer a las autoridades”.

El proyecto de 7.000 millones de dólares serviría para crear 20.000 puestos de trabajo durante su construcción, según sus promotores, pero no para suministrar combustible a la nación estadounidense. Según Oil Change International este petróleo se utilizaría principalmente para la exportación.

Entre sus máximos detractores de este oleoducto XL están las tribus indígenas y los granjeros, quienes tienen más que perder en caso de accidente. Llevan tres años intentando parar este proyecto, al que ahora se le han unido ciudadanos de a pie y ecologistas. Hasta el gobernador de Nebraska por el partido Republicano, Dave Heineman, le ha pedido a Obama que el oleoducto no pasé por su estado, en respuesta al estudio del Departamento del Estado que ha declarado que el oleoducto Keystone XL no tendría un “impacto significativo” sobre el medio ambiente. Heineman no está de acuerdo con el análisis gubernamental, ya que 400 kilómetros de oleoducto atraviesan el acuífero de Ogallala, fuente de agua potable de ocho estados.

“No es un tema nacional sino global, y de máxima importancia,”dice McKibben, invitando a más gente a participar en la campaña de firmas o acudiendo al pie del cañón a protestar en la Casa Blanca, con la posibilidad de recibir hospedaje de una noche, en una celda de la capital.

Fuentes: agencia AFP y El Mundo, España.

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